_
_
_
_
GUERRA EN YUGOSLAVIA Política y diplomacia

Las dudas permanentes del 'comandante' Bill Clinton

Le gusta y le asusta. La relación de Bill Clinton con la guerra es así de ambivalente. A Clinton le encanta ponerse el casco de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos... siempre y cuando la victoria esté asegurada y no cueste vidas norteamericanas. Clinton, "el halcón vacilante" como le acaba de llamar The New York Times, está ahora metido en un lío. Si el presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, sigue resistiendo, va a tener que optar entre proclamar victoria sin haber cumplido el objetivo de pacificar Kosovo o enviar fuerzas terrestres norteamericanas a combatir en el avispero de los Balcanes.Clinton, el político que siempre busca el punto medio, la solución menos arriesgada, el aplauso de las encuestas, entró en la Casa Blanca habiendo heredado de George Bush una intervención en Somalia que se convirtió en un desastre. Las fuerzas de paz norteamericanas terminaron haciendo el petate en 1993, tras haber perdido a 18 de los suyos. Esa retirada ha marcado el resto de su visión presidencial de la guerra.

Más información
Alemania intenta una solución que involucre a la ONU y a Rusia en el futuro de Kosovo
El escritor Handke devuelve un premio literario en protesta por los bombardeos

Haití y Bosnia

Si Clinton despachó soldados a Haití en 1994 y a Bosnia en 1995 -30 meses después del comienzo del conflicto- es porque tenía garantizada su buena acogida. Y lo mismo estaba dispuesto a hacer en Kosovo si los dos bandos lo aprobaban previamente. Pero Milosevic no quiso y Clinton ordenó la participación de EEUU en una operación de la OTAN que, en principio, iba a ser como las desencadenadas contra Irak bajo su mando: lanzamiento de misiles Tomahawk y bombardeos por aviones consideradas casi invencibles como los B-52 y los F-117A. Las cosas, sin embargo, se complicaron.El síndrome de Somalia que pesa sobre la presidencia de Clinton no es sino un rebrote del más grave para la conciencia contemporánea de EE UU: el de Vietnam. "Que jóvenes compatriotas, aunque ahora sean todos profesionales, mueran en una remota región del mundo por una causa difícil de entender, es algo muy duro de aceptar para los norteamericanos", dice el profesor universitario Francis Boyle.

Respecto a Vietnam, el comandante en jefe Clinton tiene un problema: bordeó la ilegalidad en su exitoso esfuerzo para no ser reclutado. Pero no es ése el único asunto que nubla sus relaciones con el Pentágono. Uno, ya viejo, el fracasado intento de imponerle al Ejército la aceptación de los homosexuales. Otro, caliente, es conocido en los cuarteles de EEUU como "el doble rasero": el presidente salió impune de su aventura con Monica Lewinsky, mientras que muchos oficiales pierden sus galones por casos semejantes de adulterio. "A los militares no les gusta Clinton, pero eso no afecta a su trabajo diario", dice el senador republicano y ex prisionero de guerra en Vietnam John McCain.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_