El incendio de Cabanes se inició en cinco focos diferentes y ha arrasado más de 400 hectáreas
Por un puñado de metros, el paraje natural del Desierto de las Palmas (La Plana Alta) conserva a estas horas intacta su espesura verde y sigue debiendo su nombre sólo a la quietud que allí se respira. Los cortafuegos roturados por cinco tractores oruga y las numerosas descargas líquidas de los medios aéreos evitaron ayer a duras penas que las llamas se internaran en esta reserva de flora y fauna. Pero el incendio, que se desató el miércoles a las 14.30 en el término de Cabanes, ha convertido el umbral de este paraje en un desierto lunar de más de 400 hectáreas. El fuego, controlado anoche a las 22.00, se inició en cinco focos diferentes, por lo que las autoridades aseguran que fue provocado.
De las 400 hectáreas calcinadas, el 35% son de arbolado y el 65% de matorral, según el Centro de Emergencias de la Generalitat. "¿Cómo se puede propagar el fuego de una cumbre a otra sin tocar el barranco que las separa?", se preguntaba ayer el diputado de Bomberos de Castellón, Luis Rubio, convencido, al igual que la alcaldesa de Cabanes, María Teresa Sidro, los agentes forestales y la Guardia Civil, de que el siniestro fue provocado. Compartía sus sospechas el consejero de Presidencia José Joaquín Ripoll, que pasó la manaña en el Puesto de Mando Avanzado (PMA) de los equipos de extinción, situado entre ambas cimas quemadas: el pico de La Ferradura, donde se iniciaron cuatro focos entre las 14.30 y las 15.00 que confluyeron en uno tres horas después, y la sierra de Oropesa, donde se originó el último foco a las 17.30. Sea quien sea el supuesto incendiario, las autoridades dudan de que actuara por un móvil económico. "No hay intereses urbanísticos ni negocio de madera, debe ser un desalmado inconsciente que nos ha causado un gran daño ecológico", protestaba ayer la alcaldesa. No en vano, es el peor incendio de los últimos cuatro años en la Comunidad Valenciana y ha reducido a cenizas gran parte del arbolado de Cabanes que queda fuera del paraje protegido: casi todo el perímetro que rodean las carreteras CV-148 (Cabanes-Oropesa) y CV-146 (La Ribera-Cabanes), que fueron cerradas al tráfico. Por eso, el Ayuntamiento se personará como acusación particular si se comprueba que el siniestro fue provocado y se detiene al autor. "No pudo elegir un mejor día", ironizaba Rubio, en referencia a la mano anónima que al parecer prendió los cinco focos diferentes. Cuando se inició el fuego soplaba un viento del noroeste de unos 25 kilómetros hora y la humedad era muy baja. "Un auténtico polvorín", sentencia Rubio. Los cuatro focos de La Ferradura (unidos en uno a media tarde) alcanzaron un frente de 200 metros y el foco de la sierra de Oropesa otro frente de 300 metros. Ante esta situación, los bomberos decidieron encender un contrafuego para detener las llamas en La Ferradura al anochecer. Pero la situación empeoró al alba. El viento soplaba ya a unos 75 kilómetros hora y el fuego, que estuvo latente en la sierra de Oropesa durante la noche, se avivó en forma de uve y calcinó las dos laderas de este monte, el más próximo al mar. También cogió fuerza el fuego de La Ferradura y se acercó peligrosamente al Desierto de las Palmas por el flanco oeste. Los aviones y helicópteros, que habían efectuados unas pocas pasadas sobre las llamas desde que empezó a clarear, tuvieron que suspender los vuelos aproximadamente entre las nueve de la mañana y el mediodía. Un brigadista forestal, con la cara y el mono amarillo tiznado, explicaba que durante esas horas el personal de tierra "lo pasó muy mal". Lo único que se interponía entre el fuego y el bosque eran las azadas y ramas que empuñaban los brigadistas.Dos resultaron heridos al caerles encima la carga líquida de una avioneta y otros dos fueron evacuados tras sufrir un esguince y una lesión ocultar Las llamas descendieron la vaguada de La Ferradura y cruzaron la carretera de La Ribera-Cabanes, en dirección norte. El alcalde de Oropesa, Rafael Albert, comentaba que dentro del todoterreno en el que viajaba se notaba "un fuerte calor" al cruzar este tramo flanqueado por el fuego. "Un golpe de fuego casi me entra por la ventanilla del coche", aseguraba un oficial de la Guardia Civil que recorrió el tramo. No llegó más al norte el fuego porque se topó con una zona rocosa. Pero el pulso se decantó a favor de los equipos de extinción cuando amainó el viento y los medios aéreos pudieron arrojar miles de litros de agua, espuma y el líquido retardante rojizo. A media tarde sólo humeaban dos zonas de La Ferradura y una en la sierra de Oropesa. A las diez de la noche fue dado por controlado el fuego, aunque quedaron varias brigadas para evitar rebrotes.
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