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OFENSIVA ALIADA CONTRA SERBIA

Los aliados comienzan a atacar objetivos civiles y económicos en Serbia

ENVIADO ESPECIALLos bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia, en la noche del sábado y la madrugada del domingo, se concentraron en objetivos de importancia económica, cuya destrucción causa mucho daño y grandes molestias a la población. Los misiles de la OTAN destruyeron, el sábado a las 20 horas, el segundo puente sobre el Danubio en Novi Sad, la tercera ciudad de Yugoslavia, a unos 80 kilómetros al norte de Belgrado. En la madrugada de ayer los misiles destrozaron parte de la central térmica en Nuevo Belgrado, la parte moderna de la capital yugoslava.

Belgrado pidió anoche una reunión urgente del Consejo de Seguridad para denunciar la voladura por los aliados en Bosnia de la línea férrea que une Serbia y Montenegro.

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Indignación entre la población civil serbia ante la destrucción de objetivos económicos

La población reacciona indignada y con incomprensión ante unos ataques, que consideran carentes de sentido desde el punto de vista militar. Otros blancos de los misiles fueron la academia militar de policía en Belgrado, una refinería de petróleo en Pancevo y, de nuevo, la fábrica de electrodomésticos Sloboda (Libertad) en Cacak. Estos ataques produjeron cuatro muertos y varios heridos.Pasadas las 15.00 de ayer, un pequeño grupo de técnicos trataba de restablecer las comunicaciones telefónicas, que pasaban por cables del interior del puente destruido en Novi Sad. Se trata del segundo puente destruido en la ciudad desde el inicio de los bombardeos.

El puente nuevo, denominado puente de La Libertad, que sirve de comunicación con Croacia, aparece destrozado en dos puntos. Sólo queda en pie la parte central, donde todavía se ven tres vehículos, que cruzaban el puente en el momento del ataque. Las personas que pasaban, cuando los misiles alcanzaron el puente, se lanzaron al Danubio, de donde los rescataron unos pescadores. Según la televisión oficial serbia (RTS) siete personas resultaron heridas. En unas casitas, al borde del puente, las explosiones rompieron los cristales y sacaron las puertas de quicio.

Zoran, un chófer de la empresa de electricidad, de 52 años, que ayer había transportado a los técnicos comentaba ante los restos del puente destrozado: "Esto es fascismo, es lo peor que ha pasado hasta ahora. ¡Menuda civilización! Clinton y su banda no tienen cara, ni alma y no se les pude comparar con ningún animal. Este puente significaba la vida para nosotros". A su lado, Zivota, de 46 años, funcionario administrativo, declaraba: "Esto sólo daña a los civiles. Esto deja a mujeres, niños y ancianos sin el hospital. Los americanos viven de las desgracias ajenas".

La destrucción del puente ha cortado la vía a un complejo hospitalario y un importante centro de enfermedades cardiovasculares. Slobodan, ingeniero eléctrico de 39 años, aseguraba: "Quieren arruinar al pueblo. Destruyen los puentes, que es lo que une a la gente Aquí viven húngaros, serbios, croatas y muchos más juntos. ¿Cómo se puede ayudar a los albaneses destruyendo este puente, que está a 400 kilómetros de Kosovo?".

A las 4.35 horas de la madrugada de ayer el zumbido de los misiles, seguido de explosiones despertó a los habitantes de la ciudad nueva de Belgrado. En una maravillosa noche de luna llena, que iluminaba la ciudad, pronto una nube enorme de humo negro subía hacia el cielo. En la zona del río se veían llamas, que procedían de la estación térmica, que calienta y abastece de agua caliente a decenas de miles de hogares.

Al mediodía de ayer, Predrag Vasic, director de la térmica, de 56 años, explicaba que los misiles dejaron inutilizable la planta y mataron a un vigilante, que se encontraba en la caseta de guardia, cuando se produjo el ataque. Los impactos de los misiles destrozaron todos los tanques de combustible, pero quedaron en pie las enormes chimeneas. Da la impresión de que la parte central de la térmica no quedó muy afectada. No obstante, a esa hora de ayer, ocho horas después del ataque, todavía una nube negra de humo maloliente se elevaba al cielo.

En la garita del vigilante muerto se veían cenizas por el suelo y, en medio de ellas, dos cargadores de su metralleta. El director, Vasic, comenta: "Nadie entiende por qué ha pasado esto. No podíamos creer que hiciesen una cosa así. Quemar algo que sólo sirve a los habitantes de Belgrado. Esta planta da calor a hospitales, escuelas y jardines de infancia, que ahora se quedan sin agua caliente también".

Un teniente coronel del Ejército yugoslavo, que acompañó a dos autobuses de periodistas, aseguraba ayer en Novi Sad: "Vamos a defender nuestra patria hasta la muerte. Esto se podría considerar suicidio, pero pensamos así. De los serbios se pueden conseguir muchas cosas de buenos modos, pero ante la fuerza reaccionamos como leones".

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