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LA MAESTRANZA

El capote majestuoso de José Tomás

Antonio Lorca

Fue visto y no visto, pero ha quedado ya en el recuerdo como un ejemplo mayúsculo del toreo excelso con el capote. Lo ejecutó José Tomás, y lo hizo con naturalidad, con profundidad y solemnidad. Lo hizo como debe hacerse el toreo bueno, aunque hoy parezca un auténtico milagro.Ocurrió en el tercero de la tarde al que recibió en el tercio con la figura erguida, las zapatillas asentadas y las manos bajas. Y así, dibujó verónicas largas y hondas que remató con una ceñida media. Volvió al toro tras el primer puyazo, y en esta ocasión toreó por verónicas a pies juntos. Cuando volvía entre aclamaciones hacia el burladero, apareció Curro: dos verónicas rápidas y una media de ensueño. Ahí queda eso... Y el joven Tomás se atrevió a replicar al veterano; ahora, por gaoneras muy ajustadas, magníficamente ejecutadas, que pusieron la plaza en pie. También toreó por chicuelinas, pero eso fue en el toro primero de Espartaco, y demostró que no está perdido este pase tan ajustado y emocionante. En total, un minuto; quizá, minuto y medio de toreo de verdad; y quedará por mucho tiempo en la memoria de los buenos paladares.

Torrealta / Romero, Espartaco, Tomás

Cinco toros de Torrealta, bien presentados, inválidos y descastados; uno -el segundo- de Hermanos Sampedro, anovillado e inválido.Curro Romero: bajonazo, media delantera y tres descabellos (silencio); pinchazo y casi entera perpendicular (ovación). Espartaco: dos pinchazos y el toro se echa (ovación); estocada baja (ovación). José Tomás: estocada (ovación); dos pinchazos y casi entera (ovación). Plaza de la Maestranza, 4 de abril. Lleno.

Y, además, tiene que quedar, porque no hubo más. Bueno, había mucha expectación por los 40 años de Curro y la vuelta de Espartaco, y porque un Domingo de Resurrección sin expectación es como un jardín de flores en esta Sevilla cargada de tópicos.

Hubo una cosa que llaman corrida que se parece a una corrida de toros como un huevo a una castaña. Y un señor, al que llaman ganadero, que cría caricaturas de toros bravos, que fracasa todos los años y todos los años vuelve. Los cinco que le aprobaron eran inválidos, bien presentados pero dormidos, enfermos, drogados o vaya usted a saber. Una auténtica tomadura de pelo.

Ni para triunfalismo dieron los toros de Torrealta. Todos anduvieron como almas en pena y murieron aburridos. Así no hay quien se luzca, se habrá quejado la terna actuante, como evitando la responsabilidad que le concierne en tan presunto fraude.

Así no es capaz ni de triunfar Curro Romero, que está cada año más joven y más desconocido. Tiene hoy la dignidad y la vergüenza torera que se le negaron hace 15 ó 20 años, y un amor propio impropio de su edad. No quiere vivir de las rentas del pasado, sino aumentar el fervor de los suyos tarde tras tarde. Es verdad que no quiso ver a su primero, que tenía unos pitones astifinos que daban miedo. Y el cuarto se quedó en pie y permitió que Romero se luciera en una faena ventajista y rápida muy del gusto de los nuevos romeristas. Toreó en redondo, lo intentó por naturales, esbozó trincherillas y cambios de mano, pero todo fue un arrebato de amor propio más que de sentimiento.

Espartaco fue recibido y despedido con cariño, y puso la nota sentimental al brindar su primer toro a sus dos hijas, que estaban en una barrera. Dejó la impronta de su contrastada voluntad y poco más. Su primero era un novillo, sospechoso de pitones, inválido y descastado. Porfió con el capote y la muleta, y toda su labor careció de emoción. En el quinto, aunque se afanó por arrancar muletazos insulsos a un animal moribundo.

José Tomás se presentaba en Sevilla y dejó una tarjeta de mucho peso. Muleta en mano consiguió algún redondo estimable, pero ya se sabe que cuando uno no quiere dos no se pelean.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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