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Reportaje:TRIBUNALES

11.000 arrestos de fin de semana dictados desde 1996 y sólo la mitad cumplidos

Jueces y abogados opinan que hay escasez de plazas y que la pena es de difícil ejecución

La pena de arresto de fin de semana, implantada en 1996 para faltas y delitos menores, sólo deja de ser virtual para quienes la cumplen. Y no han sido muchos, especialmente en Cataluña. En tres años se han impuesto casi 11.000 en todo el Estado y de ellas se han cumplido 5.850. Los abogados se dividen sobre su eficacia; para los jueces es difícil de ejecutar. En la práctica se sustituye fácilmente por una multa. En este momento pasan en la cárcel sus sábados y domingos 352 hombres y 22 mujeres por delitos de hurtos, lesiones, conducir borrachos o no pagar pensiones de alimentos.

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Lo primero que viene a la boca de jueces, fiscales y abogados consultados sobre los arrestos de fin de semana es la convicción de que no hay plazas suficientes donde cumplirlos. La Administración lo rechaza. Instituciones Penitenciarias asegura que existen 892 celdas reservadas por todo el territorio nacional, mientras el Departamento de Justicia de Cataluña, con competencias en esta materia, cuenta con 150 en esta comunidad.El objetivo del nuevo Código Penal con este tipo de pena era aminorar el impacto carcelario a personas sin antecedentes penales y autoras de delitos menores. Por esta razón, su cumplimiento está previsto en módulos especiales, aislados de la cotidianidad de la institución, a los que se incorporan desde el viernes por la noche hasta el domingo. Los afectados pueden llevarse a su celda incluso un televisor.

Algunos jueces insisten en hablar de carencias: en la práctica, aseguran, gran parte de los reclusos de fin de semana utilizan las "camas calientes" de los penados que salen estos días con permisos.

La segunda idea que les sugiere el arresto es la dificultad para ejecutarlo. Y no sólo se refieren al toma y daca burocrático entre el juzgado y la penitenciaría encargada de establecer un plan de cumplimiento y reclamar al recluso. Al ser una medida que implica entradas y salidas durante muchos meses, al parecer, se presta bastante al incumplimiento. "Es una pena pensada para que se cumpla voluntariamente. Si no es así, tiene mal arreglo", opina Javier Martínez Lázaro, juez de la Audiencia Provincial de Madrid y hasta hace un año en la sección de ejecutorias de los juzgados madrileños de la plaza de Castilla.

El fiscal de ejecutorias de estos juzgados, Pedro Martínez, abunda en la misma idea. "Es una pena de muy escasa eficacia, porque es de muy difícil cumplimiento. Como es discontinua permite más el quebrantamiento de la condena. Es un tipo de pena", concluye, "que a nadie le ha terminado de convencer".

De 200 a 50.000 pesetas

En ambas circunstancias se basan jueces y abogados para justificar el que estas penas se sustituyan con mucha facilidad por multas. El código prevé que efectivamente se puedan cambiar por sanciones que varían entre las 200 y las 50.000 pesetas diarias. Por ejemplo, un condenado por conducción bajo sustancias tóxicas puede ver sustituidos sus ocho a 12 arrestos de fines de semana por multas diarias durante ocho meses como máximo.La cantidad que finalmente se impone, dentro de estos límites citados, queda a discreción del juez en atención a las circunstancias económicas y personales del condenado.

El arresto de fin de semana -previsto para un total de trece delitos, ocho faltas o como sustitutivo de una pena de cárcel menor de un año- se aplica también para cónyuges que no paguen durante dos meses seguidos la pensión alimenticia acordada. De la misma forma, éstos pueden sustituir los arrestos -entre ocho y 20- por una multa, además de abonar la deuda pendiente, algo que indigna a asociaciones de mujeres separadas y divorciadas. Entienden que esta sanción económica, al final, sale de sus pensiones. En su opinión "se está recurriendo masivamente a la sustitución por la multa porque no hay lugar para cumplir los arrestos", asegura con desaliento una portavoz de la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas.

Algunos, no obstante, han cumplido la pena de sábado y domingo, compatibilizándola con su vida social y laboral entre semana, sobre todo cuando han sido reincidentes en el incumplimiento. Para la abogada María Teresa Fernández, asesora de la Asociación de Padres Separados, "la experiencia es nefasta. Nadie saca beneficio de estas penas de privación de fin de semana".

Los datos oficiales muestran un importante desequilibrio entre las que se imponen y las que se llegan a cumplir. Según Instituciones Penitenciarias, esto se debe a que "algunas se sustituyen por multas, otras porque no se presenta el condenado y otras porque está pendiente de aprobación el plan de ejecución".

En Cataluña se han dictado algo más de 3.000 arrestos de fin de semana desde 1996. Hasta el 31 de diciembre de 1998 se habían cumplido en torno a las 700. En el resto de España se han impuesto más de 8.000 en el mismo periodo. De ellas se cumplieron algo más de 5.000. La condena media ha sido de 11,48 fines de semana.

Aún hay otro aspecto sobre esta condena que el fiscal Pedro Martínez pone sobre la mesa. Teniendo en cuenta que existe una depresión propia del ingreso en la cárcel, "habría que valorar el sufrimiento moral del recluso que hace un ingreso sucesivo". Por propia experiencia relata que algunos condenados con este tipo penal le han pedido cambiarlo por un cumplimiento continuado por resultarles menos lesivo.

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