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Una retrospectiva de Juan Antonio Aguirre revela a un pintor secreto

El IVAM muestra en 60 obras tres décadas de actividad creadora

El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) acoge desde ayer, y hasta el 13 de junio próximo, la primera exposición retrospectiva dedicada al pintor y ensayista Juan Antonio Aguirre (Madrid, 1945), el cual, hace tres años, hizo la generosa donación de su colección personal de obras de arte al centro que ahora acoge una muestra antológica con lo mejor de su trayectoria pictórica.

Con el comisariado de Fernando Huici, esta exposición reúne un conjunto de unas sesenta obras, que están fechadas entre 1967 y la actualidad, un poco más de treinta años de ininterrumpida actividad creadora. Artista refinado, independiente y marchando siempre al aire de su profundo amor por la pintura, no es que Juan Antonio Aguirre haya sido un pródigo hacedor de cuadros, sino que asombra la cantidad y calidad de los que ha realizado en medio de otras relevantes actividades en pro del arte en nuestro país.De hecho, se dio a conocer a fines de los años sesenta como autor de un polémico ensayo titulado Arte último y como organizador de una serie de exposiciones bajo el renovador rótulo de Nueva Generación. En esta misma dirección, fue un firme apoyo para los valores artísticos emergentes, tanto en las galerías madrileñas Edurne y Amadís como en sus puestos oficiales en la Dirección General de Bellas Artes y en el MEAC, por no hablar de sus escritos de crítica y ensayos.

Sensual cromatismo

Como quiera que todas estas actividades las hizo siempre con la generosa discreción de marginar su propia obra personal, el público tardó en enterarse de su condición de pintor, por lo menos hasta la pasada década de los ochenta, que fue cuando fue seleccionado en varias muestras colectivas, así como cuando comenzó a exponer regularmente a título individual. Fue entonces el momento en que se produjo su revelación como un pintor dotado con un intenso y sensual sentido cromático en la mejor tradición moderna de Bonnard. A partir de un somero esquema figurativo, la vibrante construcción de planos de color, la densa y brillante luminosidad y la exquisita huella de su gestualidad pictórica convirtieron sus cuadros en un cálido festín visual, muy apreciado por los mejores aficionados. Por ello, esta iniciativa del Instituto Valenciano de Arte Moderno de presentar un recorrido por toda su evolución es un acierto, que estoy seguro hará disfrutar a los amantes de la pintura pura, a la vez que seguramente será un descubrimiento para quienes antes, fuera de Madrid, no habían tenido la oportunidad de contemplar adecuadamente su obra.

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