Dos hermanos mueren acribillados a balazos en su coche tras ser perseguidos en un barrio de Málaga
No iban armados, ni llevaban droga ni tenían antecedentes. La policía no se explica el móvil por el que dos hermanos fueron acribillados ayer a balazos en el barrio malagueño de Pedregalejo, en una zona de casitas bajas situada a escasos 100 metros de la playa. Según la versión oficial, los cuerpos fueron descubiertos por un vecino sobre las 4.30 de la madrugada cuando intentaba salir de su garaje y se encontró con un Volkswagen Golf color blanco atravesado en la calle. Al acercarse al vehículo, se dio cuenta de la tragedia y alertó a las fuerzas de seguridad.
A los pocos minutos llegó al lugar de los hechos -el callejón Navas Ramírez de la capital, cercano a la calle Bolivia, que discurre paralela al mar- una ambulancia del servicio de urgencias. Los médicos del 061 constataron que Miguel Ángel R.V, de 31 años, había muerto en el acto a causa de los cinco impactos de bala recibidos, y que su hermano José Antonio, de 21 años, todavía estaba agonizante. Los disparos fueron realizados con arma corta.El herido, que tenía un balazo en la cabeza y otro en el tórax, fue trasladado rápidamente al hospital Carlos Haya, donde todos los intentos por mantenerlo con vida resultaron inútiles. El joven dejó de existir sobre las 9 de la mañana.
Para la policía, el crimen es un misterio. "No hay móvil, se barajan todas las hipótesis, desde droga, ajuste de cuentas, pelea de bandas rivales, hasta que el o los autores sean meros delincuentes comunes", se limitó a comentar un portavoz de la comisaría de Málaga. Los agentes que acudieron al lugar de los hechos constataron que el vehículo en el que fueron hallados los jóvenes, y que era propiedad de Miguel Ángel, tenía cuatro impactos de bala. Las ventanillas del lado izquierdo, tanto la delantera como la trasera, estaban destrozadas. Aparentemente, todos los disparos fueron hechos desde el lado del conductor.
La Policía Científica de la Comisaría Provincial, donde a primera hora de la mañana fue trasladado el coche para su análisis, no parece haber encontrado ningún indicio que ayude a esclarecer los hechos. Ni los primeros estudios periciales ni los testimonios de los vecinos arrojan mucha luz sobre este extraño caso. La falta de antecedentes de los jóvenes desconcierta aún más a la policía. En los archivos policiales no aparece ninguna referencia a ninguno de los dos.
Miguel Ángel trabajaba como monitor de un gimnasio de la capital. La policía no dio información sobre la ocupación de su hermano José Antonio, aunque pudo saberse que ambos eran miembros de una familia humilde, compuesta por cinco hijos.
Las versiones de los habitantes del barrio no coinciden. Unos oyeron cinco disparos y otros seis. Algunos aseguraron haber escuchado una persecución desde la calle Bolivia hasta Navas Ramírez, que concluyó justo en un callejón sin salida. Entonces se produjeron los últimos disparos, que los vecinos de este barrio de pescadores escucharon con nitidez. Y allí fue encontrado el vehículo que conducía Miguel Ángel. El hecho de que en el vecindario sólo oyeran cinco o seis balazos refuerza la versión según la cual los jóvenes fueron perseguidos desde una motocicleta y que sus asesinos les habían disparado ya antes del llegar al callejón donde finalmente los remataron. Otro vecino, en cambio, afirmó que el Volkswagen Golf fue seguido por otro coche. Una señora mayor afirmó que vio como los perseguía una moto, pero que "no se lo había dicho a la policía".
Los cuerpos sin vida de los jóvenes fueron trasladados a primera hora de la mañana al cementerio malagueño de San Gabriel, donde ocuparon las salas 1 y 2. La familia no salía de su asombro ni se explicaba las razones de lo sucedido. La madre, víctima de una crisis nerviosa, tuvo que ser atendida sobre el mediodía por un equipo médico que intentó calmarla, aunque sin mucho éxito. Inicialmente, el juez no dejó a la familia ver el cadáver de los hermanos, hasta que se le practicara la autopsia, lo que aumentó la ansiedad de la madre y los hermanos de las víctimas. En el tanatorio la madre no paraba de repetir "ay mi Miguel, ay mi Jose".
Los médicos forenses practicaron hacia el mediodía y durante cuatro horas las correspondientes autopsias por orden del juzgado de instrucción número 6 de Málaga, que estaba de guardia en la madrugada cuando se produjo el asesinato. La policía no informó cuándo tendrá lugar el entierro, ya que se espera la autorización judicial.
A media mañana, en cuanto se fue la policía del lugar de los hechos los vecinos se apresuraron a limpiar la calle. "Había una mancha de sangre muy grande y sobre todo muchos cristales ensangrentados", comentó una vecina. El antiguo barrio de pescadores tenía, por la tarde, un aspecto tranquilo.
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