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Adolfo Marsillach y Nuria Espert harán juntos "¿Quién teme a Virginia Woolf?"

El director teatral regresa a los escenarios como actor 17 años después

Es un concentrado de teatro compuesto de ingredientes con aromas míticos y simbologías escénicas. Por un lado, la obra paradigmática de Edward Albee, ¿Quién teme a Virginia Woolf?, texto emblemático del teatro psicologista americano y un clásico contemporáneo. Por otro, Adolfo Marsillach y Nuria Espert, dos actores que quizá sean los dos monstruos sagrados de la escena española a los que se puede ver juntos.

Ni siquiera ellos mismos recuerdan cuándo fue la última y única vez que actuaron juntos. En los mentideros del teatro español nadie hubiera dicho que terminarían trabajando juntos, y menos aún que Marsillach se subiría a un escenario a interpretar un texto, algo que no ocurre hace 17 años. Parece que ello ocurrirá el próximo 8 de mayo en Pamplona, con Marta Fernández Muro y Pep Munné como compañeros de reparto. Será el inicio de un encuentro previsiblemente largo, ya que todo hace pensar en un éxito escénico. Quien ha conseguido este binomio fantástico ha sido el productor Juanjo Seoane, que muestra su entusiasmo por su nueva empresa y pone cara de haber hecho algo normal.

Crítica feroz

En la pieza de Albee se plasma una crítica feroz de los valores norteamericanos y de las relaciones humanas. Pero ¿Quién teme a Virginia Woolf? hace además un examen de lo ilusorio y lo real a través de un análisis minucioso, abordado sin contemplaciones ni miramientos, de la vida matrimonial vista desde un enfrentamiento doloroso, repleto de insultos y humillaciones salvajes. No obstante, Marsillach ha escrito sobre esta pieza que no se trata de un texto filosófico que cause estragos entre los espectadores: "Pocas veces se puede asistir a una velada de boxeo teatral tan acongojante y, al mismo tiempo, tan divertida. Es una obra que no se puede despachar con el tópico de un drama de locura, sexo, alcohol y desavenencias conyugales como si fuese un culebrón televisivo".Marsillach no ignora que esa violencia aparatosa y escandalizante estaba muy de moda en el mundo anglosajón cuando se escribió la obra: "Mi montaje, que no desdice del deseo e intenciones del autor, no pretende ser una obra de discusiones matrimoniales, sino un juego; y lo digo desde la creencia de que todos necesitamos jugar porque le tenemos miedo al lobo. Ellos juegan a la destrucción, inventan sus juegos porque no pueden vivir el uno sin el otro. Lo único que pretendo es que los espectadores no sepan nunca si lo que sucede en escena es verdad o mentira. Esa es la gran dificultad del montaje".

El regreso a los escenarios tras 17 años de ausencia supone un desafío personal para este hombre integral de teatro que no tiene necesidad, ni económica ni artística, de ese esfuerzo, y que vuelve con algo difícil y agotador. "Empecé de joven", dice, "con textos difíciles, continué en la misma línea toda mi vida y quiero terminar con un texto difícil. Así de claro e injustificable. Me sale de las tripas". Vuelve interpretando a un ser antipático y cruel, poseedor de una indiferencia cósmica: "No tengo que defender a mi personaje, tiene una parte con la que incluso me identifico. Me siento próximo a ese humor cruel, sardónico y satírico". No obstante, deja claro que Espert y él no se pegarán palizas ni se tirarán por el suelo: "Si lo hago, ya no me podría levantar, conozco mis limitaciones. Incluso tengo miedo porque estoy desentrenado".

Cuando en 1997 el empresario Juanjo Seoane llamó a Nuria Espert para proponerle este proyecto, ella dijo: "Lo hago si Adolfo lo hace". Marsillach se expresó en términos similares respecto a su compañera: "No sé si me hubiera decidido sin el ingrediente decisivo de Nuria Espert. Es un reencuentro especialísimo, singularísimo y sin duda muy atractivo".

Un 'graffiti' en el retrete

Esta es la hora en que, desde que se escribiera la obra en 1962, nadie tiene claro del todo a qué viene el título de ¿Quién teme a Virginia Woolf? para esta despiadada obra de Albee, que le catapultó a la fama tras escribir otros títulos como La caja de arena o Una historia del zoo.Un título que, para acercarse al original, debe tararearse con la popular música de Disney de Los tres cerditos y sustituir, tal y como lo hizo el autor, el término "lobo feroz" por el de la escritora vanguardista, algo que en inglés es fonéticamente más fácil que en nuestro idioma, ya que lobo es wolf.

Dicen que Albee se inspiró para el título de su obra en un graffiti que el autor vio escrito con jabón en los retretes de un garito de Greenwich Village neoyorquino.

La versión realizada por Marsillach hace algo más de un año ha eliminado la parte no sustancial del texto (de lo contrario superaría las tres horas de representación).

El gran referente para el espectador español es la película que en 1966 realizó Mike Nichols, año en que Albee escribió Un delicado equilibrio, obra por la que le concedieron su primer premio Pulitzer.

El filme, protagonizado en sus principales papeles por una de las parejas más celebres de la historia del cine: Richard Burton y Liz Taylor, renunció, se supone que intencionadamente, al humor que la obra de Albee rezuma en todo momento, algo que, en esta versión, Marsillach ha potenciado con numerosas salidas cómicas y una sutil ironía teñida de acritud: "Esta muy bien hecha, conserva toda su dureza y su humor primigenio", dice Espert.

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