Caballero Bonald publica y pone en orden sus prosas periodísticas

Poco dado a escribir con prisas, con urgencias de periódico, el escritor andaluz José Manuel Caballero Bonald acaba de publicar, no sin dudas y tras pensárselo mucho, Copias del natural (Alfaguara), donde pone orden en sus prosas más efímeras, esas que, ocasionalmente y durante algunas décadas, los responsables de los periódicos, entre ellos EL PAÍS, le fueron sacando con cuentagotas o casi con fórceps.

Pero para Fernando G. Delgado, que presentó el sábado el libro junto a Manuel Rivas y el propio autor, además de Juan Cruz, su editor, Copias del natural es algo más que una recopilación de artículos. "Lo que no es barroco es periodismo"; es una frase de José Manuel Caballero Bonald que, en opinión de Fernando G. Delgado, hay que entenderla en su contexto. Poco amigo de escribir con prisas, de salir airoso de las urgencias y exigencias del periodismo, José Manuel Caballero Bonald lo ha hecho "con vocación de creador de prosas". Esto que es determinante en su vida se percibe, señaló Delgado, en Copias del natural, donde se reivindica la memoria, el análisis, la descripción de un paisaje, obteniendo como resultado el que no sea ésta una recopilación sin más de artículos periodísticos, sino "un camino indispensable para entender y conocer una obra tan compleja como la de Caballero Bonald".Confiesa Caballero en el prólogo a Copias del natural, y se recordó en el acto de presentación, que su escepticismo ante libros de este tipo quedó derrotado, en su caso, al ver la recopilación que de las prosas efímeras de Juan García Hortelano se hizo en esta misma colección, que, aunque recoge trabajos periodísticos, lleva el título de Textos de escritor. Y pensó que libros de este tipo en muchos casos adquieren una eficacia que va más allá de la inevitable caducidad del género periodístico.

Y esa eficacia la subrayaron los tres presentadores, que encontraron justificación en esa labor que Caballero Bonald, con la complicidad de su mujer, ha realizado, sacando a flote unos textos "perdidos en carpetas", recordó Caballero, "y en cajones atascados por el paso del tiempo". Y aunque haya sido un escritor ocasional de periódicos, puntualizó, después de tantos años el autor de Ágata, ojo de gato se encontró, una vez abiertas las carpetas polvorientas y derrotados cajones que escondían viejos y amarillentos papeles, con un buen puñado de textos a los que sometió a un riguroso análisis excluyente.