_
_
_
_

Las firmas de biotecnología de EE UU piden ayuda a las universidades para reducir pérdidas

La voz de alarma llega tras un año con 750.000 millones de pesetas de 'números rojos'

Javier Sampedro

ENVIADO ESPECIALSi Estados Unidos marca la pauta a la industria biotecnológica internacional, las universidades y centros públicos de investigación del mundo deberán prepararse para recuperar buena parte de las competencias que en los últimos veinte años han ido delegando en la empresa privada. Científicos y representantes estadounidenses de ese sector hicieron ayer, en la apertura del foro BioVisión, que se celebra en Lyón, un llamamiento para que sea la ciencia académica, y no la iniciativa privada, la que se encargue de desarrollar los nuevos descubrimientos durante los años o décadas que tardan en estar maduros para su explotación comercial.

La necesidad de que los proyectos de investigación biotecnológicos se retengan más tiempo en los ámbitos académicos antes de dar el salto a la empresa privada fue resaltada por científicos como el premio Nobel David Baltimore y por directivos del sector como Henri Termeer, presidente de la firma Genzyme Corporation, de Cambridge (Massachusetts, EE UU).Ambos intervinieron ayer en el foro BioVisión, un exhaustivo congreso bianual internacional sobre los avances en las ciencias de la vida y sus implicaciones sociales, éticas y económicas que celebra estos días en Lyón su primera edición y que, según el ex primer ministro francés Raymond Barre, actual alcalde de Lyón, pretende erigirse en "la conferencia de Davos de la biología", en alusión a uno de los más importantes foros internacionales de debate sobre economía.

Desde sus orígenes en los años cincuenta, la biología molecular se desarrolló como una disciplina totalmente académica en las universidades y centros públicos de todo el mundo occidental. A mediados de los setenta, sin embargo, las técnicas habían avanzado y se habían abaratado lo suficiente como para que las firmas privadas, a menudo creadas de la nada por científicos de procedencia pública, se animaran a entrar en un campo cuyas aplicaciones en la medicina, la agricultura y, más tarde, el medio ambiente, eran y siguen siendo de una magnitud incalculable. Las florecientes empresas de biotecnología dan empleo actualmente a unas 150.000 personas en Estados Unidos.

Exceso de optimismo

Pero ahora parece claro que las previsiones eran demasiado optimistas. Las firmas biotecnológicas de Estados Unidos perdieron el año pasado 5.000 millones de dólares (unos 750.000 millones de pesetas). También el año pasado, algunas de las empresas con más experiencia -Alpha Beta e Inmunologics, con más de diez años andadura, son dos ejemplos notables- se vieron forzadas a cerrar sus plantas. Termeer, cuya empresa sí da beneficios, ve dos razones principales para lo que considera una verdadera crisis, con todo lo extraña que esa palabra pueda parecer en un sector al que todas las proyecciones dan como caballo ganador. En primer lugar, según Termeer, las empresas de biotecnología han proliferado demasiado, ciertamente más que los productos que las técnicas actuales les permiten desarrollar. Muchas empresas ofrecen lo mismo, y ello les obliga a reducir precios por debajo de lo rentable.La segunda razón es que los nuevos descubrimientos salen demasiado pronto desde el ámbito académico donde se producen al empresarial donde se pretenden comercializar. La mayoría de los proyectos de este tipo requieren un desarrollo muy largo, entre 10 y 15 años. Si una empresa se lleva la idea nada más producirse el primer hallazgo, lo más probable es que se pase 10 o 15 años haciendo fuertes inversiones en ella y sin obtener ningún retorno.

Por esta causa, Termeer y otros de los principales representantes del sector creen que los ámbitos académicos, que están financiados con dinero público y no asumen riesgos empresariales, deberían hacerse cargo de desarrollar sus propios hallazgos durante la mayor parte de ese tiempo. Sólo cuando los descubrimientos estén maduros para su explotación, las empresas deberían tomarlos en sus manos.

El premio Nobel Baltimore utilizó un argumento distinto para proponer la misma idea. Según él, la proliferación de firmas privadas está estimulando las estrategias que prometen resultados al menor plazo posible, y ello deja sin abordar la clase de proyectos a largo plazo que abren nuevos campos, generalmente demasiado lentos y arriesgados para la empresa privada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_