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García-Valiño narra un triángulo amoroso en una sola noche

Miguel Ángel Villena

Dos jóvenes amigos desean a la misma mujer y ella, de algún modo, está enamorada de los dos, aunque quiere a cada uno de ellos de distinta manera. Así resumió ayer Ignacio García-Valiño (Zaragoza, 1968) la trama de Una cosa es el silencio (Destino), su cuarta novela. Este triángulo amoroso juvenil se desarrolla en una sola noche y en ambientes y escenarios de la ciudad de Madrid. Con su anterior novela, La caricia del escorpión, el narrador aragonés quedó finalista del Premio Nadal del año 1998. Como suele ser habitual entre las nuevas generaciones de novelistas, García-Valiño negó que su libro fuera autobiográfico, si bien admitió que están presentes unos años que el autor vivió en Madrid a la busca de trabajo. Psicólogo escolar de profesión, el novelista compagina sus obras literarias con la elaboración de guiones para el cine."Falta de empleo, incertidumbre por el futuro, amores y desvelos marcaron esos años míos en Madrid y han dejado su huella en la novela", manifestó ayer García-Valiño durante un desayuno con periodistas. El autor ha trabajado durante tres años en la escritura de Una cosa es el silencio, si bien comenzó a perfilarla antes de La caricia del escorpión. "Desde el punto de vista argumental se trata de una obra muy narrativa, es decir, donde pasan muchas cosas, algo que resulta poco habitual en la literatura española actual, que opta más por historias reflexivas y evocadoras", aclaró el autor.

Humor

Un toque de humor salpica toda esta narración de amistad entre hombres, de ternuras y desencuentros. "Creo que el humor", dijo Ignacio García-Valiño, "se ha convertido en un puntal de mi estilo". Además de este rasgo estilístico, el novelista y guionista destacó los "juegos de perspectivas y de simetrías" en su última obra. Una cosa es el silencio fue calificada por el escritor gallego Suso de Toro, que ofició de presentador, como "un canto a la amistad entre hombres y una novela que responde a la entrada en la treintena de su autor". Sin pretender sentar cátedra con sus opiniones, García-Valiño observó que la mujer ideal vista desde unos ojos masculinos siempre responde a un arquetipo, "personas que no son reales". "De ahí procede", agregó el novelista, "buena parte de los desfases entre el deseo y la realidad. De todas las maneras, aspiro como mucho a retratar cómo ven los hombres a las mujeres más que a intentar un retrato de las mujeres".A pesar de la edad de Sergio, Juan y Sara, los protagonistas de la novela, que se sitúan en esa etapa del final de la juventud y del comienzo de la madurez, García-Valiño rechazó que el libro pudiera definirse como un relato generacional.

Novela con un gran peso de los diálogos, el autor subrayó que los escritores treintañeros deben mucho al lenguaje y a las historias cinematográficas.

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