Madrid estudia ceder locales a heroinómanos para que se droguen en condiciones sanitarias
Las 'narcosalas' se ubicarían cerca de los actuales 'supermercados' de la droga de la capital
Las comunidades autónomas han decidido combatir la drogadicción con apuestas polémicas y arriesgadas. Al proyecto de la Junta de Andalucía, del PSOE, de suministrar heroína con carácter terapéutico a toxicómanos, rechazado de momento por el Gobierno central, se unió ayer otra idea no menos novedosa en España. La Comunidad de Madrid, del PP, estudia abrir "narcosalas" para que los heroinómanos puedan inyectarse sus dosis en mejores condiciones sanitarias. La medida sólo se tomará cuando los programas con metadona se agoten y queden drogodependientes reacios a cualquier otro tratamiento.
El gerente de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid, José Cabrera, explica que la apertura de narcosalas "nunca se hará antes del año 2000". En los locales no se dispensará heroína, pero sí se garantizará la asepsia, así como el abastecimiento de agua esterilizada y de jeringuillas nuevas. En Madrid hay ahora 5.500 plazas de metadona, un sustitutivo opiáceo que se administra a toxicómanos que han fracasado en sus intentos de abandonar la adicción. El objetivo es llegar este año a 7.000. Sería a partir de entonces cuando la Agencia Antidroga valoraría si es necesario abrir las narcosalas, un tipo de iniciativa nuevo en España pero que ya existe en Austria, Suiza y Amsterdam (Holanda)."Es previsible que quede un sector de toxicómanos muy marginalizado y enfermo, pero reacio a cualquier tratamiento. A ellos es a quien iría dirigida esta idea", asegura Cabrera. "Por ahora lo único que hemos hecho ha sido pedir informes a algunos países sobre sus experiencias, aunque pudiera ser que nuestra iniciativa se encontrase con problemas legales", añade.
"Ahora ya facilitamos a esos drogodependientes tan deteriorados jeringuillas nuevas, agua destilada y alcohol para que su consumo les genere menos daños. Pero estos locales supondrían un paso más, porque siempre será mejor inyectarse en un recinto limpio que, como hacen ahora, en un descampado lleno de basura", apostilla Cabrera.
El coordinador del área de asistencia de la Agencia, Carlos Álvarez, explicó ayer que la Agencia ha dirigido una consulta al Ministerio de Sanidad para ver si da su visto bueno al proyecto, según informa Europa Press. Cabrera, sin embargo, desmintió este extremo.
Las salas se abrirían en los alrededores de los poblados marginales que rodean la ciudad de Madrid, como La Celsa, La Rosilla o Las Barranquillas, por los que deambulan a diario centenares de drogodependientes muy enfermos y desarraigados. Algunos malviven en lugares insalubres como tiendas de campaña y alcantarillas, donde consumen sus dosis.
A todos estos poblados acude un buen número de sanitarios de instituciones y ONG para, entre otros cometidos, ofrecer jeringuillas nuevas de forma gratuita. Pero, aún contando con hipodérmicas desechables, es difícil lograr un consumo menos dañino en lugares donde ni siquiera hay agua corriente. Además, según explica Cabrera, siempre hay quien en algún momento emplea una hipodérmica usada.
Una práctica muy común en estos asentamientos es que algunos heroinómanos pidan a las ONG más jeringuillas de las que precisan para consumo propio, para luego venderlas a otros toxicómanos y sacar así dinero para sus dosis.
Se trata de un mercadeo que se hace extensible a otros productos de uso común entre los drogodependientes, como el agua destilada (para preparar la dosis de heroína por vía intravenosa) o el papel de plata (para elaborar chinos, es decir, heroína fumada). Es también habitual encontrar toxicómanos que cobran por el alquiler de las tiendas de campaña y por viajes compartidos en coche al poblado para buscar droga, conocidas en el argot como cundas.
A menudo los sanitarios hacen la vista gorda a esa costumbre de vender las jeringuillas, que ellos dan gratis porque consideran que no entorpece su objetivo fundamental, que es que los heroinómanos no intercambien chutas. Una iniciativa similar a la planteada por la Comunidad de Madrid es la que inició hace un año el Ayuntamiento de Amsterdam para adictos sin hogar y que han fracasado en todos los intentos de desintoxicación. El consistorio holandés ha habilitado para ellos tres salitas, ampliables hasta llegar a 15, en las que nunca faltan jeringuillas desechables, agua destilada, algodón, cucharillas (para hacer la mezcla de heroína inyectable), así como los encendedores y papeles de aluminio que usan para fumar chinos.
Quince usuarios
A cada una de estas dependencias pueden acudir un máximo de 15 usuarios, para evitar que las aglomeraciones creen recelos en el vecindario. En la instalación, atendida por trabajadores sociales, los toxicómanos pueden también ducharse, tomar café y té gratis, y lavar la ropa. Para usar el local, los drogodependientes deben comprometerse a pasar revisiones médicas periódicas, a no vender ni comprar drogas en las proximidades del centro y a respetar al resto de los usuarios. La heroína, en el experimento holandés, la debe llevar consigo cada usuario.Esta experiencia holandesa se sustenta en una investigación realizada a instancias del Ayuntamiento de Amsterdam, según la cual la mayoría de los habitantes de esta ciudad apoya que se tolere el consumo controlado de drogas en centros especiales. El 60% de los ciudadanos de esta urbe ve más peligroso a un drogadicto pinchándose en la calle que en un recinto habilitado y vigilado.
Es precisamente en este nivel de sensibilización ciudadana donde alimenta más dudas la Agencia madrileña sobre la posibilidad de importar esta iniciativa.
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