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Plantando conciencias

Para celebrar la llegada de la primavera, ¿hay algo mejor que irse al campo, remangarse con decisión y plantar unos cuantos árboles? Que se lo pregunten a los alumnos de sexto curso del colegio Divino Pastor, que dedicaron la mañana del viernes a reforestar el paraje de El Cerrado, en los Montes de Málaga, con especies autóctonas. Y que pregunten también a Braulio Medel, presidente de Unicaja, y a Ignacio Trillo, delegado provincial de Medio Ambiente de la Junta, que llegaron, se quitaron las chaquetas, cogieron la azada, cavaron un hoyo a medias y dieron ejemplo plantando una hermosa encina. Luego pronunciaron discursos aleccionadores y se fueron. Allí se quedaron los niños con las manos en la masa. En la masa forestal. "Lo que queremos es concienciarlos", explica Mario Robles, coordinador de la Fundación Bosques de la Tierra, que lleva 5 años impulsando proyectos de reforestación voluntaria en Málaga. "Quien planta un árbol no lo olvida nunca". Por eso Bosques de la Tierra, en colaboración con el Instituto de Investigaciones Ecológicas, lleva cada día al monte a un grupo de escolares y les enseña cómo y para qué se hace una repoblación. Después de tres meses de visitas, más de 3.000 niños han pasado por los Montes de Málaga y han dejado su huella. Habitualmente vienen 50 o 60, los que caben en un autobús. Pero ésta es una ocasión especial; hay tres veces más, una avalancha aparentemente infinita de niños de 11 y 12 años llena la zona de El Cerrado. ¿Y cuál es el motivo? Aprovechando la cercanía del Día Forestal Mundial, el presidente de Unicaja va a inaugurar un monolito conmemorativo de la campaña Tu papel, un árbol. La idea surgió de la observación de 2.987 kilos de documentos viejos que se amontonaban en las oficinas de Unicaja y que estaban destinados a la basura. La entidad prefirió reciclar todo este papel, con lo que, según sus cálculos, evitó el equivalente a la tala de 3.000 árboles. Y a continuación decidió patrocinar la plantación de 4.250 árboles, uno por cada empleado al servicio de la caja. Para este proyecto contaron con la colaboración de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta y con la de Bosques de la Tierra, cuyos representantes también asisten al acto. De manera que hoy en los Montes de Málaga hay banqueros y políticos, además de ecologistas y niños, que están en lo suyo. Lo suyo es plantar. Un monitor les explica a voz en cuello cómo se hace. Para empezar, se acerca a una carretilla llena de árboles que apenas han cumplido un año y coge uno. "¿Esto qué es?" Cada cual grita lo que le parece. "¡Un rosal, un alcornoque, un roble!" No: es una encina. El monitor reparte azadas y plantones y distribuye las patrullas por el monte. Cinco niñas levantan las coscojas que les han tocado en suerte y cantan Libertad sin ira, para desconcierto de todos los demás. Otro grupo, mientras trepa ladera arriba en dirección al lugar donde le toca repoblar, se cruza con el BMW reluciente de Braulio Medel, que vuelve a sus obligaciones urbanas y saluda graciosamente con la mano. "No veas el coche que tiene", suspira uno. "Hombre, claro, va a ir en un 600". Carlos Velasco no sabía si venir, porque tiene "el virus ese que hay ahora", pero al final se animó. Ya ha plantado una encina y suda a mares. José Andrés Díaz, a su lado, también suda, pero porque ha estado corriendo cuesta arriba en pos del monitor. "Es muy costoso venir aquí, pero merece la pena". José Manuel Zayas, azada en mano, lo resume todo con aire irónico: "Es una experiencia muy bonita".

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