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Yeltsin se deshace del jefe de su Administración

Puede que Borís Yeltsin esté enfermo y políticamente acosado, pero sigue utilizando un arma que cree infalible para superar las crisis: buscar una cabeza de turco. Ayer le tocó el turno al jefe de la Administración Presidencial y secretario del Consejo de Seguridad, Nikolái Bordiuzha, que recibió en el hospital la noticia de su cese junto a los buenos deseos del líder del Kremlin de que se recupere pronto de sus problemas cardiacos. Bordiuzha, un hombre del KGB (los servicios secretos soviéticos), considerado fiel al presidente, y que apenas si llevaba 100 días en el cargo, ha sido el peón a sacrificar en la partida por el poder que se juega estos días en Rusia. Para entender su caída hay que leer un despacho de la agencia estatal Itar Tass (en la que el primer ministro Yevgueni Primakov ha colocado a uno de sus fieles como número dos) en el que, citando "fuentes del Kremlin", se califica al sustituto de Bordiuzha, Alexandr Voloshin, de 43 años, vicejefe de la Administración Presidencial desde septiembre de 1998, como un hombre del magnate Borís Berezovski, comparado a veces con Rasputin por sus intrigas en la corte del zar Borís. De ser cierta esta versión, significaría dos cosas. Primero, que Berezovski, al que se dio por políticamente enterrado cuando fue destituido el 4 de marzo como secretario de la Confederación de Estados Independientes, conserva gran influencia con Yeltsin y su familia. Y segundo, que el primer ministro, Yevgueni Primakov, que aparecía como ganador en su enfrentamiento con el magnate, haría muy bien en no dar por sentado que seguirá en su puesto para las presidenciales del 2000.Primakov ha llenado el vacío dejado por el enfermo Yeltsin y actúa más como presidente en ejercicio que como jefe de Gobierno. Aunque él lo niega, se le atribuyen ambiciones de llegar al Kremlin y las encuestas le dan en cabeza de esa carrera. Pero todas sus posibilidades dependen de que Yeltsin no le destituya. Si lo hace, será un cadáver político, aunque puede que también Yeltsin, que difícilmente sobreviviría a otro enfrentamiento con la Duma (Cámara baja del Parlamento), dominada por los comunistas y sus aliados.

Bordiuzha ha purgado también las culpas por el escándalo que rodea la renuncia del fiscal general, Yuri Skuratov, rechazada por el Senado, pese a que estaba apoyada por Yeltsin.

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