Alarma por 'legionella' en Holanda
Miles de personas, requeridas para controles médicos tras 13 muertos entre visitantes de una muestra floral
A mediados de febrero, cerca de medio centenar de trabajadores de los servicios de jardinería del Ayuntamiento de Delfzijl, al norte de Holanda, organizaron, junto a sus parejas, una excursión a West Friese Flora, una de las primeras exposiciones florales con las que se inaugura la primavera holandesa. El viernes pasado, la esposa de uno de ellos, una mujer de unos 50 años que había pasado el día en el centro contemplando y adquiriendo bulbos, plantas y flores, fallecía con síntomas semejantes a los de una fuerte gripe que desembocó en una infección pulmonar.Fue entonces cuando las autoridades sanitarias holandesas ataron cabos y lanzaron la señal de alarma: la mujer era la tercera víctima en pocos días de legionella, también llamada la "enfermedad de los veteranos". Todas ellas habían estado de visita en la exposición. En los últimos cinco días se han registrado 13 muertes, dos centenares de afectados, de los cuales cerca de 50 están hospitalizados, y miles de llamadas de visitantes preocupados por los síntomas y efectos de la enfermedad.
Aunque todavía no se ha podido aclarar cómo se propagó la epidemia, según los primeras impresiones de las autoridades del país, el contagio se pudo producir a través del agua de una fuente que adornaba la muestra, que se celebró entre entre los días 19 y 28 de febrero en la localidad de Bovenkarpsel, situada a unos 50 kilómetros al norte de Amsterdam.
La legionella, la bacteria responsable de la dolencia, se encuentra en el agua templada, a temperaturas entre 30 y 40 grados, y se trasmite fácilmente en lugares donde sale pulverizada, como en una fuente, o en los sistemas de riego e incluso a través del aire acondicionado.
"Le dijeron que tomara una aspirina, que ya se le pasaría", ha relatado apesadumbrado Gerard Bregman, cuñado de uno de los fallecidos, quejándose de que los médicos tardaron demasiados días en identificar la legionella. La dolencia fue bautizada como "el mal de los legionarios" en 1976, cuando se detectó por primera vez en una reunión de ex combatientes de la II Guerra Mundial estadounidenses celebrada en un hotel de Filadelfia. La enfermedad, que se propagó a través de las cañerías del agua caliente, se cobró allí en tan sólo unos días una treintena de vidas y afectó a 180 ex soldados.
Sus primeros síntomas son semejantes a los de una gripe: dolores musculares, de cabeza y estómago, diarreas y fiebre, que pueden complicarse con infecciones agudas pulmonares. Según las autoridades sanitarias holandesas, entre un 10% y un 20% de los casos sin tratar o mal tratados desembocan en la muerte del paciente, y aún, tras el adecuado diagnóstico, mueren alrededor de un 5%.
Ante la alarma que se ha creado en el país, el Ministerio de Sanidad, víctima de todo tipo de acusaciones por no haber reaccionado con mayor celeridad, está reforzando en los últimos días sus iniciativas para localizar o alertar a los visitantes de la muestra floral. Una tarea nada fácil si se tiene en cuenta que la exposición, en esta edición, recibió a cerca de 80.000 curioso, de los cuales varios miles son turistas extranjeros. Entre ellos se encuentran decenas de rusos, atraídos porque la muestra de este año estaba dedicada a su país, y un grupo de 60 personas de una delegación de la Embajada de Indonesia.
Además de comunicar la situación a la Organización Mundial de la Salud, las autoridades sanitarias han enviado 5.000 cartas a trabajadores de la exposición y visitantes -localizados porque acudieron en grupos organizados- recomendándoles que se sometan a análisis de orina. "El periodo de incubación de la enfermedad es de entre 2 y 14 días, por lo que se puede calcular que el brote está en estos días en su punto más alto y no debemos esperar muchos más nuevos casos", ha asegurado esperanzada la ministra de Sanidad, Els Borst.
Los responsables de Keukenhof, la más importante de las exposiciones de tulipanes, que celebra su 50º aniversario y será inaugurada la próxima semana por la reina Beatriz, no quieren correr riesgos. Al igual que las direcciones de otras muestras más pequeñas, se han apresurado a tomar medidas preventivas y realizar todo tipo de pruebas en sus instalaciones del agua. La mala publicidad podría traer graves consecuencias económicas. Este tipo de exposiciones reporta al sector cerca de un billón de pesetas anuales.
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