_
_
_
_
COPA DE LA UEFA CUARTOS DE FINAL

El sueño del Celta muere

El acoso gallego se estrelló frente a la defensa impenetrable del Olímpico de Marsella

Xosé Hermida

El Marsella mostró en Vigo su rostro más inesperado, el de un equipo robusto e imbatible en defensa, y acabó con las aspiraciones europeas del Celta. El equipo de Víctor Fernández cayó sin arriar la bandera: hizo las cosas como debía, tuvo ramalazos magníficos e instantes de fútbol de verdad, pero terminó desesperado frente a un bloque hermético y gélido, que nunca se dejó intimidar. Hasta el final persiguió el Celta el único gol que necesitaban y aunque no pudiese hallarlo, le queda el consuelo de haberse un labrado un enorme prestigio internacional que no defraudó siquiera en el momento de la derrota.Desde el principio el Celta hizo los deberes que exigía el partido con el ritmo justo y la buena letra que le caracterizan. Pero enfrente tuvo un bloque muy consistente, un equipo muy bien puesto sobre el campo y atento a todos los detalles. De la alineación inicial se cayó Ravanelli que la víspera había abandonado renqueante el entrenamiento, y en vez de optar por otro delantero como Camara, Rolland Courbis, el veterano técnico marsellés, prefirió reforzar el centro del campo con el abuelo Bravo (37 años). Respecto al duelo de ida, la nueva alineación privó al Marsella de presencia en ataque, pero le proporcionó mejor organización y, por tanto, mayor solidez.

CELTA 0

OLÍMPICO MARSELLA 0Celta: Dutruel; Míchel Salgado, Cáceres, Oskar Vales (Tomás m. 73), Djorovic; Makelele, Mazinho; Karpin (Sánchez m. 64), Mostovoi, Revivo; y Penev (Gudelj m. 60). Olímpico de Marsella: Porato; Gallas, Blanc, Issa (Dasilva m. 80), Domboraud; Brando, Luccin, Bravo; Pires, Dugarry (Camara m. 88); y Maurice (Guel m. 77). Arbitro: Pierluigi Collina, italiano. Amonestó a Cáceres, Issa, Djorovic y Dugarry. Lleno histórico en Balaídos, con casi 35.000 espectadores en las gradas. Partido de vuelta de los cuartos de final de la copa de la UEFA. Se clasifica para disputar las semifinales el Olímpico de Marsella, que en el encuentro de ida se había impuesto por 2-1.

Más información
Una noche memorable
Víctor Fernández acusa a Courbis de vender un falso mensaje

El Celta no traicionó su estilo, aunque tampoco cayó en el pecado del exceso de ansiedad, de esa clase de respuesta excesivamente acelerada que siempre tienta a los equipos en ocasiones tan emotivas. El grupo de Víctor Fernández asumió sin complejos y sin prisas el mando del partido, y trató siempre de buscar el área con el balón raso y de abrir huecos trenzando paredes en la zona más poblada de defensas. Nada que reprochar a los vigueses, aunque sus encomiables ideas tropezasen con frecuencia frente a una zaga francesa que no dio una sola concesión.

El partido vivió una fase inicial de equilibrio porque el Marsella, aunque más preocupado por contener, no perdió oportunidad de estirarse a cada robo de balón, aprovechando la velocidad supersónica de Pires y la dedicación constante de Dugarry. Este último cabeceó por encima del larguero al minuto y medio del inicio, en una especie de advertencia de que el Marsella no iba a vivir encerrado en la cueva. Durante la primera parte, los franceses llevaron poco peligro ante Dutruel, entre otras razones porque Maurice, su incisivo ariete, estuvo bastante desconectado de los demás. Pero los franceses golpearon lo justo para que el Celta, sin sentirse del todo inquietado, no perdiese tampoco de vista la amenaza del contraataque rival. El Celta se elevó por encima del Marsella tras el primer cuarto de hora y en los quince minutos siguientes, mostró retazos de su mejor fútbol y se aproximó al gol con fundamento. Sobre todo, en una maravillosa combinación de medio equipo, tras el saque de una falta, que terminó con un remate de Mostovoi dentro del área. Poco después, Karpin robó la cartera a Dugarry y centró para Penev que no pudo hallar el mejor disparo ante la rápida respuesta y la buena colocación del portero. Pero el Marsella superó pronto su pequeña crisis y llegó al descanso sin ofrecer el menor síntoma de flaqueza.

El Marsella acentuó su vocación defensiva en la segunda parte, a lo que contribuyó también la actitud más decidida del Celta, que intensificó su presión sobre la primera línea francesa. El partido se hizo también más bronco y trabado, aunque el árbitro italiano no escatimó gestos de autoridad para cortar los conatos de juego violento. En medio de este paisaje cada vez más áspero, el Celta dilapidó su mejor ocasión: una magnífica apertura de Karpin a Mostovoi que, de frente a la portería y escoltado por dos defensas, no logró precisar el disparo. Lejos de esconderse, el ruso asumió anoche con todas las consecuencias el liderazgo que se exige a un jugador de su estatura. Mostovoi dejó muestras de su insuperable regate y su capacidad casi mágica para no desprenderse del balón. Si sus alardes no rindieron más fruto, fue por la excelente prestación defensiva del Marsella, de la que también podría hablar mucho Revivo, un tanto oscurecido ante la enorme fortaleza de Gallas.

Pasaba el tiempo, la resistencia de los franceses no cedía y Víctor no tuvo miedo a asumir riesgos. Entraron sucesivamente Gudelj, Sánchez y Tomás, mientras el partido se comprimía en las inmediaciones del área visitante. Se sucedieron los clásicos barullos, en los que la distancia entre un gol o un despeje de la defensiva se mide por centímetros y décimas de segundo. Pero ni en esos momentos tan tensos y tan propicios para la desconcentración, perdió el Marsella su compostura.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_