Agresión nazi e ineficacia policial
Sábado 6 de marzo, alrededores del mercado municipal de la calle de Vallehermoso, en Madrid.La policía "nacional" detiene a un inmigrante magrebí que ha sustraído, sin violencia, un monedero a una de las numerosas amas de casa que a primeras horas de la mañana realizan las compras.
Es una detención fácil: la policía estaba en los alrededores, vigilando, como siempre, a los vendedores ambulantes que se instalan en las cercanías del citado mercado, que son aceptados por los vecinos, pero algo menos por los fruteros del mercado.
Se trata de defender derechos, legítimos, de unos en contra de los de otros que no disponen de medio alternativo de vida.
El rostro del magrebí detenido entonces reflejaba un estado de salud precario, mezclado con la desesperación provocada por la humillación que representa caminar esposado y casi arrastrado por dos agentes vestidos de azul.
Viernes 5 de marzo, tarde-noche, parque del Oeste, Madrid. Un grupo de nazis (ahora llamados skins) ataca a botellazos a un grupo de jóvenes de edades comprendidas entre 17 y 18 años, sin mediar ninguna discusión o provocación previa.
Mi hija resulta herida en una pierna. Su lesión precisa asistencia médica y varios puntos de sutura.
Puede considerarse afortunada, no le ha tocado ser acuchillada ni, por esta vez, le han abierto la cabeza.
La policía nacional no está presente, llega más tarde, cuando los agresores han desaparecido ya.
Los agresores realizan sus "hazañas" todos los fines de semana en ese parque, pero los policías que manda el señor Cotino, al contrario que cuando se trata de detener descuideros o acosar a los vendedores ambulantes de fruta, están en otra parte; llegan tarde. ¡Qué tranquilidad saber que nos custodia la policía nacional.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.