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POLÉMICA POR LA IMAGEN DE LA CAPITAL

Un millar de personas protesta contra la estética urbana del alcalde

Los manifestantes tapan con espejos la Violetera

F. Javier Barroso

Un millar de personas se manifestó ayer para protestar contra la estética urbana impuesta por el Ayuntamiento de Madrid. La marcha, que discurrió bajo el lema La rebelión de las musas, comenzó en la calle de Alcalá, donde se tapó con espejos la estatua la Violetera, símbolo del "mal gusto de alcalde", según los organizadores, y acabó en el Viaducto, donde fueron arrojadas simbólicamente las siete musas del arte (que quedaron prendidas entre la mampara antisuicidio y la barandilla). La protesta paralizó durante dos horas el tráfico entre la Puerta del Sol y la calle Mayor.

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Ornato o boato

La manifestación la convocó el Club de Debates Urbanos, en colaboración con la Asociación de Artistas Plásticos de Madrid, la Asociación Madrileña de Artistas Visuales Independientes y el colectivo No Nos Resignamos. En la misma participó la candidata de IU a la alcaldía de Madrid, Inés Sabanés, y los concejales del PSOE, Eugenio Morales y Rafael Simancas, entre otros políticos. Durante la marcha se repartieron máscaras de tragedias griegas, diseñadas para la ocasión. De un camión fueron apeadas unas figuras de cartón y papel que representaban a las siete musas que centraron la protesta: artes plásticas, letras, artes escénicas, urbana, cívica, obrera y la musaraña (dedicada a los niños).El primer acto de la manifestiación consistió en tapar la Violetera, en la confluencia de las calles de Alcalá y la Gran Vía, con espejos. Una metáfora con la que los manifestantes pretendían borrar de ese espacio una "obra de nula calidad".

La marcha se dirigió después a la Puerta del Sol. Durante todo el recorrido, se corearon cánticos en contra de Álvarez del Manzano: "Con este alcalde hortera, Madrid ya no es lo que era" o "Ya le queda poco, a este alcalde topo".

Los representantes de cada musa corearon proclamas en la plaza de la Villa. Los de las artes plásticas repasaron las obras "más horrorosas" que pueblan la capital: el Velázquez enano de la calle de Juan Bravo, el busto de don Juan de Borbón, el obelisco del Pasillo Verde ferroviario o todas las obras de Botero, entre otras. Los más arriesgados pidieron incluso nuevas estatuas para acabar con el arte de la capital: al cocido madrileño, a Cantiflas o al organillo. Para ésta última propusieron las torres Kio. "Este alcalde tiene el gran mérito de haber unido a todos los artistas en su contra por los inventos horteras que ha colocado", señaló Enrique Cavestany, Enrius, presidente de los artistas plásticos madrileños. Una de las críticas más duras se las llevó el proyecto de monumento-homenaje a la Guardia Civil, que se instalará en el parque de Berlín (Chamartín). Medirá 12 metros de ancho y constará de una elipse central de unos 15 metros. En el centro un tricornio levitará sobre un aspa. A un lado dos agentes auxiliarán a un herido; en el otro, dos agentes posan con un perro a sus pies.

Ya en la Almudena, los manifestantes pegaron en las paredes cuartillas contra la escultura del Papa Juan Pablo II. En los mismos se leía "este papa es amigo de un genocida y este monumento, una mierda". "Que desatino / la cabeza de Goya / en un submarino / y es muy impropio / poner a don Francisco / de periscopio. / Valiente memo / parece un homenaje / al capitán Nemo", decía una de las murgas leídas ante la Almudena. El punto final de la marcha llegó cuando las musas fuero tiradas por el Viaducto. Las siete figuras se quedaron, de modo testimonial, entre las mámparas antisuicidios y las barandillas del puente.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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