Verdad y realidad

De la nueva muestra de cerrazón ante la realidad con que se ha estrenado el nuevo vicepresidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Ricard Maria Carles, con motivo de una más de las siempre saludables campañas públicas para la prevención del sida por medio del uso del preservativo, ha habido una frase en sus declaraciones que me ha llamado poderosamente la atención. Es la que afirma que "una cosa es la realidad y otra la verdad" (EL PAÍS, 6 de marzo de 1999).No sé si la habré leído descontextualizada, pero es ésta una sentencia muy llamativa y significativa, pórtico de toda una metafísica, y que ciertamente da mucho que pensar. En cierto modo nos pretende hacer optar entre los imperativos de la tozuda realidad y la cristalina luminosidad de la verdad. Falsa disyuntiva. Uno de sus corolarios es el supuesto de que la verdad no es cosa de este mundo, sino que está allende de nuestra limitada capacidad de reflexión. Otro modo de entenderla es suponer que no hay otro camino para alcanzar la verdad si no es negando la realidad que vemos y a veces sufrimos como es el caso de la del sida. ¿Qué verdad es ésa que da la espalda a lo real?

Desde por lo menos Nietzsche sabemos del gran afán del cristianismo por "confundir la verdad con el efecto de lo creído como verdadero". Y sin recurrir a autores tan poco simpáticos a la Iglesia, desde que lo expuso Xavier Zubiri sabemos asimismo que siempre "es lo real lo que verdadea", esto es, lo que al final se lleva el gato al agua.

Desconfiemos pues ya a las puertas del siglo XXI de quienes separan ambos conceptos pretendiendo confundir al personal.-