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Adams da crédito a la existencia de un compló de extremistas del IRA para asesinarlo

Crisis. La palabra ya está en boca de todos los políticos de Irlanda del Norte y, más discretamente, en Londres y Dublín, patrocinadores del proceso de paz en el Ulster, que ayer volvieron a constatar que unionistas protestantes y republicanos católicos están más distantes que nunca a la hora de hablar de un desarme. Es más, de armas se habla con mayor frecuencia. Armas que, según fuentes republicanas, ya apuntan al presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, supuestamente amenazado de muerte por nacionalistas disidentes, que incluso ya habrían urdido un plan para asesinarle.

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Adams confirmó escuetamente la existencia de una conjura. Pero no sería la primera vez que alguien quisiera mandarlo al cementerio. Incluso la prensa de Belfast dio a la noticia un tratamiento escéptico. En Irlanda del Norte las amenazas son cosa de todos los días. "Tomo las amenazas en serio. Es una de las razones por las que estoy vivo. Creo que la amenaza da una indicación de las dificultades existentes y que tenemos que superar. No nos vamos a desviar del camino ni nos vamos a asustar", dijo.Pero el jefe del Sinn Fein sí estaba dispuesto a reiterar que el proceso ha entrado en un periodo sumamente peligroso. Hoy debía haber sido el primer día del nuevo Gobierno del Ulster, de conformidad al calendario incluido en el Acuerdo de Viernes Santo, firmado el año pasado. Las disputas han obligado a Londres a extender el plazo hasta la semana que comienza el 29 de este mes. Suena a un ultimátum, pero aun así persisten las dudas.

Adams sugirió hace dos días que el estancamiento en torno a la cuestión del desarme podría empujar al Ejército Republicano Irlandés (IRA) a abandonar la tregua que observa desde hace más de un año y volver a la carga con consecuencias imprevisibles para el futuro de la provincia.

Reunión sin precedentes

En una reunión sin precedentes en Belfast, Adams debió de haber insistido en este punto ante el jefe del Partido Unionista del Ulster (UUP), David Trimble. Duró hora y media. Al término del encuentro, Adams y Trimble emergieron con rostro sombrío. Claramente, no llegaron a ningún acuerdo. Trimble, que habló de "algún progreso limitado", quiere que Adams persuada al IRA de que entregue su arsenal a la comisión internacional de desarme antes de que se le permita al Sinn Fein ocupar dos de los diez asientos en el Consejo Ejecutivo del nuevo Gobierno. Adams insiste en que tal condición no está estipulada en el Acuerdo de Viernes Santo y denuncia la insistencia de Trimble como un ardid para debilitar y humillar el movimiento republicano. El IRA lo ha dicho hasta el cansancio: no entregará ni una bala mientras persista la ocupación británica en el Ulster."Lo importante es destacar que no hemos llegado a un acuerdo", declaró Adams. "Pero eso no quiere decir que vamos a dejar de hablar", agregó. Trimble subrayó que los canales del diálogo se mantienen abiertos y expresó esperanzas de avances futuros. La próxima reunión está prevista para el jueves.

Pero es difícil suponer que en las próximas horas cambien las cosas. Tanto para Trimble como para Adams, cualquier concesión entraña un enorme riesgo dentro de sus respectivos campos. De hecho, el UUP ya está dividido, y Trimble, aunque ha conseguido aplacar una rebelión en los últimos meses, es consciente de la veloz erosión de su popularidad en las filas unionistas. Adams está en una posición similar. La amenaza de muerte de radicales republicanos es sólo una ilustración del descontento entre ciertos sectores de nacionalistas católicos, que ven el Acuerdo de paz de Viernes Santo como una imperdonable claudicación.

En medio de intensos contactos con ambas partes, Mo Mowlam, la ministra británica para Irlanda del Norte, debió hallar tiempo para tratar de aplacar la furia de Trimble, quien protestó airadamente por el hecho de que Londres hubiera anunciado el nuevo plazo sin hacer ninguna consulta directa con el UUP. En eso, Trimble y Adams están relativamente de acuerdo: La formación de nuevo Gobierno debió hacerse en la fecha prevista, pero, claro, siguiendo las dispares ambiciones y objetivos de cada uno.

Una posibilidad para transacciones y compromisos podría surgir cuando los líderes del Ulster se reúnan en Washington el 17 de este mes como huéspedes del presidente Clinton en la tradicional fiesta de San Patricio. Trimble, sin embargo, aconsejó no hacerse muchas ilusiones, ya que, según dijo, cualquier acuerdo deberá ser logrado en Belfast.

Adams y su lugarteniente, el parlamentario Martin McGuinness, están tratando de que Mowlam presione a Trimble para poner en marcha la formación del nuevo Gobierno del Ulster, a más tardar, hacia el 2 de abril.

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