Murieron con los mocasines puestos
"Me doy cuenta de que mi pueblo ha ganado mala fama y yo quiero que su nombre sea limpio. A veces, cuando me siento a meditar, me pregunto quién le ha dado este mal nombre". El que se hacía esta reflexión era nada menos que Toro Sentado, caudillo sioux. Hoy podríamos responderle que una gran parte de la falsa imagen de su gente, y de los indios norteamericanos en general, se la debemos al cine de Hollywood, al western. Eso no significa que los pieles rojas de celuloide sean todos malos: Hollywood también ha mostrado indios buenos, y hasta buenísimos. Pero generalmente han sido indios tan irreales como los malos. "El cine de Hollywood ha contribuido más que ningún otro medio a dar a conocer los indios norteamericanos; lo ha hecho con algunos logros, pero con serias deficiencias, y sobre todo ha contribuido a desvirtuar las culturas indias", advierte el profesor Edward Flagler (Evanston, Illinois, 1934), que durante 25 años ha impartido cursos de historia y etnología de los pieles rojas en el Instituto de Estudios Norteamericanos de Barcelona. A Flagler, sin duda una de las personas que más sabe de indios en nuestro país, autor del reciente Tambores indios (1998), un utilísimo manual editado por Martínez Roca, le ha encargado con muy buen tino la Filmoteca de Cataluña un ciclo de películas sobre el tema Les cultures índies en el western. El ciclo, que arranca mañana (véase horarios en la cartelera), se compone de 12 filmes seleccionados por el estudioso para que se los revise con otra mirada, en perspectiva de mocasín como si dijéramos. "No he juzgado la calidad técnica, cinematográfica, de las películas, sino su ambientación histórica y antropológica", señala Flagler, que deplora: "Es una pena que Hollywood, que ha dispuesto de tantos medios para realizar una visión exacta de las culturas indias, se haya mostrado siempre incapaz de hacerlo". Las películas del ciclo, todas en versión original subtitulada, se programan por orden cronológico del tema, es decir, primero las que tratan de sucesos más antiguos. Son éstas: The last of the mohicans / El último mohicano, de Michael Mann, 1992. La última de las adaptaciones de la novela de Fenimore Cooper (en una anterior salía Boris Karloff y de otra fue guionista José Antonio de la Loma, lo que da idea del amplio espectro de tratamientos que ha tenido la historia). Esta moderna versión se caracterizó por el dinamismo (todos van a la carrera), la banda sonora, el perfil de Daniel Day-Lewis y el corpiño de Madeleine Stowe. "El histórico caso del asedio a Fort Henry, su rendición y posterior masacre de norteamericanos e ingleses a manos de los indios algonquinos e hurones, aliados de los franceses, se muestra con verosimilitud", señala Flagler. "La ambientación es muy buena y resulta pertinente, por ejemplo, mostrar que los indios de los bosques se tatuaban". El gesto de Magua de comerse el corazón del coronel Munro "es correcto. Los indios de los bosques, sobre todo los iroqueses, torturaban hasta la saciedad a sus enemigos y practicaban el canibalismo ritual". O sea, que lo del buen salvaje... "pues mire, eran sociedades complejas, no eran mundos utópicos, sino más bien bastante duros". Pifias de la película, aparte de reducir el protagonismo de Uncas: "Seguir a la novela en su confusión entre los mohegan y los mahigan. Los que realmente se extinguieron -a manos de los mohawks- fueron los segundos, y no los primeros, los "mohicanos" de Cooper. De hecho, aún hay mohicanos, o sea que técnicamente no hubo un último mohicano". A man called horse / Un hombre llamado Caballo, de Elliot Silverstein, 1970. Inolvidable estampa de Richard Harris suspendido, ay, por las tetillas. "Es un intento serio de Hollywood por acercarse a la vida de los indios y presentar su cultura desde dentro. Hay un error sustancial: la ceremonia de la Danza del Sol que presentan no es lakota (sioux), sino mandan. Los sioux usaban un palo central para colgarse. El filme ha echado mano de la ceremonia mandan de suspensión porque esa tribu disponía de casas, al contrario que los sioux, que vivían en tipis: en una tienda es imposible disponer de una viga para colgarse. La continuación, El regreso de un hombre llamado Caballo, ofreció el rito correctamente, pero con otro error: a Harris no se le veían cicatrices de la anterior ceremonia. Dicho esto, que conste que se trata de un filme con un gran cuidado en el detalle: los trajes se han inspirado en los dibujos de Catlin y Bodmer que conserva el Smithsonian". Jeremiah Johnson / Las aventuras de Jeremiah Johnson, de Sidney Pollack, 1972. Vaya montón de pies negros se ventila Robert Redford en duelo individual. "Sí, era cierto eso de que los indios peleaban para ganar honor contra un enemigo prestigioso, aunque la película exagera un tanto la idea. En fin, eso ocurría". Broken arrow / Flecha rota, de Delmer Davis, 1950. Historia de amistad entre un blanco, Tom Jeffords, y el apache Cochise. "Es una historia real, aunque en la película Cochise es más víctima de lo que en realidad fue. Aquí Hollywood se fue al otro extremo al exaltar la nobleza del indio. Es un filme muy aceptable en la presentación de la cultura apache: incluso ofrece una danza de los espíritus de la montaña y una ceremonia de pubertad de las jóvenes indias". Otra pega: los apaches chekonen no tenían ningún rito para convertirse en "hermanos de sangre". Soldier Blue / Soldado azul, de Ralph Nelson, 1970. Iniciación erótica, pelín hippie, de Peter Strauss a manos de una bregada Candice Bergen. De fondo, una masacre que sugiere My Lai. "Muestra la brutalidad de los blancos a partir de un hecho real, el asalto de las tropas del coronel Chivington al poblado cheyenne de Black Kettle en Sand Creek (1864) Un fallo grave: los soldados justifican su acción como venganza a la muerte de Custer, ocurrida en Little Big Horne en 1876, 12 años después". Dance with wolves / Bailando con lobos, de Kevin Costner, 1990. Costner se encuentra consigo mismo y con los sioux en un puesto remoto: se interesa por los sioux. "Otro esfuerzo de Hollywood por casi glorificar a los indios. Desgraciadamente, pintan estupendos a los sioux a costa de los pobres pawnees, a los que les toca hacer de malos, malísimos. Pero resulta que los pawnees sufrieron mucho a manos de los sioux. Los pawnees eran una tribu con una cultura muy rica, en parte sedentaria, agrícola, y en parte nómada, cazadora". Little big man / Pequeño gran hombre, de Arthur Penn, 1970. "Presenta una visión del atropello de los indios, pero con demasiada parodia. La batalla de Little Big Horne, además, no fue como se muestra. Curiosamente, aparece en muchas películas, pero nunca ajustada a la realidad. Custer murió como un militar, no como un loco -que es como lo interpretan en este filme-, ni como un héroe a lo Errol Flynn en Murieron con las botas puestas". Gerónimo, de Walter Hill, 1993. "En esta película el péndulo de Hollywood volvió a cambiar de dirección: dejaron de lado la santificación de los indios y trataron de mostrar los hechos históricos, los ambientes y la mentalidad de la gente tal como era. Tiene sus fallos: el mayor: mostrar a Gerónimo como jefe de todos los apaches cuando el jefe de verdad, y cuya autoridad respetaba Gerónimo, era Naiche, hijo de Cochise". Apache, de Robert Aldrich, 1954. "Es un filme en la línea de Flecha rota; presenta a un apache, Massai, muy distinto al que ofrecía la leyenda negra, lo que es muy de alabar en la época. La historia peca de cierto paternalismo y Burt Lancaster es un más que improbable apache". Ulzana"s raid / La venganza de Ulzana, de Robert Aldrich, 1972. La escena del soldado que mata a la mujer para que no caiga en manos de los apaches y luego se suicida es difícil de olvidar. "Buena película, sí. Basada en un hecho histórico: la escisión de un grupo de apaches bajo el mando del chiricahua Ulzana que realiza un raid sangriento. Muestra muy bien la realidad de los apaches en guerra: no tenían piedad". ¿Dependía la crueldad de sus creencias?, "sí, pero también se les iba la mano". The Searchers / Centauros del desierto, de John Ford, 1956. "Una visión clásica de los indios desde el lado angloamericano. Evidentemente, no salen muy bien parados. El suceso punto de partida podía muy bien ocurrir: los comanches mataban y violaban, y raptaban mujeres. Eran duros porque duro era el ambiente en que vivían. Un fallo: los comanches no llevaban tocados de guerra de plumas". Cheyenne autumn / El gran combate, de John Ford, 1964. "Está basada en hechos reales: la fuga de los cheyennes de su reserva. Es la película de Ford más aceptable en el tratamiento de los indios, pero los protagonistas... Sal Mineo no convence como guerrero cheyenne".
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