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El acuerdo perdido de la Acadèmia

Al filo de la medianoche del lunes 14 de diciembre, el presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, y el secretario general del PSPV, Joan Romero, recibían sendos faxes con una lista de nombres. El documento, enviado desde el despacho del médico Manuel Sanchis Guarner, miembro del Consell Valencià de Cultura, contenía una lista de nombres. Era el acuerdo al que, prácticamente, habían llegado los negociadores de la Acadèmia Valenciana de la Llengua en nombre del PP y de los socialistas. Sin embargo la Acadèmia, organismo normativo sobre el valenciano derivado de la ley en que cuajó el "pacto lingüístico", no llegaría a constituirse. Sanchis Guarner puso la casa, pero no participó en la reunión. Lo hicieron el secretario de Cultura del PSPV, Josep Palomero, y los miembros del Consell de Valencià de Cultura a propuesta del PP Joaquín Calomarde y Ramón de Soto. La lista de la Acadèmia que habían logrado pactar tras largas y accidentadas conversaciones preveía que Manuel Tarancón, entonces presidente de la Diputación de Valencia y hoy consejero de Cultura, fuera el presidente. Palomero sería el vicepresidente y el catedrático de la Universidad de Alicante Rafael Alemany actuaría como secretario. Completarían la comisión ejecutiva como vocales el director general responsable de Política Lingüística, Josep Vicent Felip, y el catedrático de Derecho de la Universidad de Valencia Vicent Franch. Había mayoría absoluta de Borriana (Tarancón, Franch y Palomero han nacido en esa ciudad de La Plana) en la ejecutiva de la futura entidad. La lista, hasta 21 integrantes de la futura Acadèmia, incluía también a Antoni Ferrando, Carme Barceló, Jordi Colomina, Albert Hauf, Manuel Pérez Saldanya, Vicent Pitarch, Vicent Salvador y Vicent Simbor, director el primero y miembros los otros del Institut Interuniveristari de Filologia Valenciana (IIFV), institución defensora de las tesis científicas de la unidad de la lengua catalana. Igualmente, formaban parte de la lista Xavier Casp, Artur Ahuir, Ramón Ferrer y Alfons Vila, decano el primero y miembros los otros de la denominada Academia de Cultura Valenciana, que propugna la secesión del valenciano. El responsable de la Junta Qualificadora de Coneixements del Valencià, Alfred Aiza, el periodista Ricardo Bellveser, el dramaturgo y director de Teatres de la Generalitat, Juan Alfonso Gil Albors, y un personaje por determinar completaban la relación. Ese personaje por determinar era, oficialmente, en la posición defendida por el PP, José Aparicio, secretario de la Academia de Casp, que los socialistas se negaban en redondo a aceptar, pero los mismos representantes de Zaplana tenían ya una propuesta alternativa: José Sánchez Adell, presidente de la Societat Castellonenca de Cultura, a quien el PSPV aceptaba sin ningún reparo. "El presidente quiere resolver la cuestión", aseguraron varias veces los portavoces del PP, según fuentes próximas a la negociación, celebrada al margen del entonces consejero de Cultura, Francisco Camps. Era aquella una negociación que durante la semana del 14 al 20 de diciembre parecía llegar a su culminación definitiva. Mientras, en las Cortes, populares y socialistas mantenían una polémica a propósito de los nombramientos institucionales pendientes: los integrantes de la Acadèmia y un miembro del PSPV en el consejo de administración de RTVV, previstos para la semana siguiente. Sin embargo, la escenificación de la salida estaba diseñada: el lunes, 21 de diciembre, Zaplana llamaría a Romero, le propondría la lista con el nombre de Aparicio, el líder socialista rechazaría únicamente ese nombre y el presidente lanzaría entonces el nombre de Sánchez Adell para cerrar el acuerdo. La llamada no se produjo. Algo cambió la disposición del dirigente del PP y presidente del Consell ese fin de semana. La constitución de la Acadèmia quedó congelada y, ya en enero, Zaplana dijo claramente que no se crearía hasta después de las elecciones, amenaza que ya había lanzado en los momentos más tensos de las negociaciones con los socialistas. Recientemente, Zaplana ha vuelto a repetir la idea, con el añadido de que la lista de la Acadèmia, después de los comicios autonómicos del próximo 13 de junio, habrá de replantearse teniendo en cuenta el resultado electoral. ¿Qué llevó al presidente a parar máquinas? Una fuente próxima a la negociación apunta dos claves: la decisión del PP de optar por una táctica de liquidación electoral de sus socios de Unión Valenciana (situados, según los sondeos, por debajo del 5% para acceder al Parlamento) y la necesidad de forzar un "bloqueo institucional" (ya que el Gobierno central habría advertido a Zaplana que no aceptaría una reforma del Estatuto de Autonomía, como la que teóricamente preparan las Cortes valencianas, que implicara la equiparación competencial con las comunidades autonómas de máximo nivel). En el primer caso, congelar la Acadèmia desarmaba a los regionalistas de un posible uso electoral del acuerdo desde posiciones anticatalanistas (en la lista negociada eran clara mayoría los defensores de la unidad de la lengua catalana). En el segundo caso, la ruptura de relaciones con el PSPV justificaba la paralización de cualquier operación que implicara un consenso institucional. Socialistas y populares se han cruzado acusaciones sobre el fracaso en la negociación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, que había de culminar el pacto lingüístico propuesto hace más de un año por Zaplana y aceptado por Romero, pese a algunas resistencias en sus propias filas. Las mezquindades políticas se desencadenaron públicamente, con el rechazo de los populares a Miguel Mazón como candidato a representar al PSPV en el consejo de administración de RTVV y la negativa de los socialistas a dejar que Zaplana se apuntara el tanto de la constitución de la Acadèmia. Romero ha declarado en varias ocasiones que "ya no habrá unas condiciones tan favorables como las que se dieron en diciembre". Los socialistas ven muy difícil que, tras las elecciones de junio, pueda lograrse lo que no se consiguió en diciembre. Si no endurece las condiciones el PP, en caso de alcanzar la mayoría absoluta que persigue Zaplana, las endurecerá el PSPV, que exigirá un perfil más ajustado de algunos de los integrantes de la Acadèmia al rigor científico que establece la ley de creación del organismo. O será la Universidad, que hizo, en aras del pacto, un gran esfuerzo de moderación, la que se resista a forzar más su comprensible defensa de la solvencia académica en el tratamiento de la lengua. De una u otra forma, hubo una semana de diciembre en la que se frustró la Acadèmia.

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