Enric Valor recuerda la "obligación moral" de contribuir al cuidado y respeto del valenciano
"Todos los valencianos estamos obligados moralmente a contribuir al uso, el cuidado, el respeto y la difusión de nuestro catalán, el valenciano, la dignidad colectiva y personal". Sus 88 años impidieron ayer que Enric Valor estuviera presente en el acto de su investidura como doctor honoris causa por la Universitat Jaume I de Castellón. Sin embargo, el escritor y lingüista de Castalla mandó más de seis folios mecanografiados para que fueran leidos por su hijo, a quien tampoco le templó la voz al proclamar que "aunque el estudio de otras lenguas pueda enriquecernos no podemos consentir la destrucción cultural y espiritual de nuestro pueblo por medio de la implantación totalitaria de otro idioma".
La intervención de Valor, realizada a través de su hijo, fue más que ovacionada por los asistentes al acto solemne de investidura como doctor honoris causa. El mensaje estuvo dividido en tre partes: Nuestra lengua ayer y hoy, Una pincelada nacionalista y Nota sobre mis rondallas. Su senilidad no se entrevió en ninguna de sus afirmaciones. Enric Valor realizó un repaso a la historia de la lengua "que ya hace tiempo que llamamos valenciano". El repaso abracó desde sus orígenes románicos hasta su definición de "idioma normal como cualquier otro (...) una lengua de civilización". También aludió a la "esplendorosa" literatura medieval y a las épocas oscuras, cuando el castellano "fue implantado como única lengua oficial por la fuerza de las armas y el tenebroso decreto de Nueva Planta". Tras un exiguo recorrido por "el gran silencio de la dictadura franquista", Enric Valor quiso señalar que, actualmente, "el castellano todavía mantiene su preponderancia en la enseñanza, los medios de comunicación y el uso oral de las grandes ciudades", para después recordar la "obligación moral de todos los valencianos a contribuir en el uso, el cuidado, el respeto y la difusión de nuestra catalán, el valenciano, la dignidad colectiva y personal". Así, parafraseó a Sanchis Guarner y advirtió que "la pérdida de un idioma no es la destrucción física de un pueblo, sino la de su espíritu, el genio secular, su pensamiento original, pues cada idioma es, en cierta manera, una visión peculiar del mundo y de la vida. "La lengua propia es la manifestación más auténtica e intercambiable de su pesonalidad", añadió. En la "pincelada nacionalista", el repaso se centró en su vida, la influencia que sobre él ejerció su padre, quien "tenía muy claro eso de nuestra catalanidad dentro de nuestra valencianidad", y el consejo aprendido de su infancia, cuando "había una prevención contra la arrogancia de los castellanos del otro lado de la frontera lingüística". A continuación rememoró su etapa como colaborador en varias revistas, su dedicación a los artículos "dedicados a probar la catalanidad de los valencianos" y la fundación de un partido nacionalista la "Agrupació Regionalista Alacantina. La guerra civil, los encuentros con Carles Salvador, Emili Beüt, Adolf Pizcueta y Xavier Casp, entre otros, y las tertulias que fermentaron el nacionalismo, también cupieron en su mensaje. Respecto a sus rondallas, Enric Valor aseguró que las intenciones de su redacción literaria se limitaban a tres: nacionalizarlas, situándolas en montañas y costas conocidas; describir los paisajes, nombrando árboles y plantas valencianos, impregnando así de "nuestro humor peculiar" a los personajes; y utilizar un lenguaje llano, popular pero correcto y "hacer literatura dentro del género y no floclor a secas". Mientras el hijo de Enric Valor leía los siete folios, una gran pantalla distribuía imágenes de Castalla, localidad natal del escritor y lingüista. La laudatio académica corrió a cargo del catedrático de Filología Catalana Vicent Salvador, quien plasmó un mensaje similar al de Valor utilizando una metáfora. "El César siempre ha tenido quien el cante con lira aduladora, una lira que hoy es mediática, digitalmente insidiosa y que, además, prefiere sonar en los idiomas vehiculares del imperio", dijo, para después añadir: "A Dios lo que es de Dios y al César lo que le pertenezca, aunque no es conveniente en este casoasociar a Dios con la normativa ni dejar en manos del César el irresistible -y legítimo- encanto del particularismo". La intervención del rector de la Universidad Jaume I, Fernando Romero, no se quedó atrás y tuvo la deferencia de resaltar que la decisión de concederle la distinción surgió a petición de los estudiantes de la institución. Con ese nombramiento, Valor ya ha sido distinguido con el doctorado honoris causa por varias universidades, como la de Valencia, que ya le otorgó la investidura, o la de Baleares. Esos homenajes consagran al escritor de Castalla como uno de los grandes nombres de la cultura en lengua catalana de este final de siglo.
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