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Miramón se integra en la metrópoli

Mikel Ormazabal

La expansión urbanística de San Sebastián, acelerada en la última década, aún no ha tocado techo. El crecimiento de la ciudad ha permitido que parcelas y fincas rurales del extrarradio se encuentren hoy integradas en el centro urbano. Esta huida hacia el centro ha incorporado al núcleo metropolitano enclaves que hace algunos años pertenecían a la periferia donostiarra, como la vaguada del Antiguo, el apéndice de Amara, el parque de Miramón o el polígono de Intxaurrondo. El caso del parque de Miramón se inscribe dentro de este fenómeno urbanístico. En fechas recientes era un lugar extramuros; hoy puede decirse que debate su pertenencia a la jurisdicción de Aiete o Amara por su delimitación geográfica. Sobre una superficie de 1.300.000 metros cuadrados, en el límite sureño de San Sebastián, se extiende un área privilegiada, por su ubicación estratégica, su contenido multidisciplinar y su riqueza natural. En 1960, la Caja de Ahorros Municipal -actualmente Kutxa- compró los terrenos por 13 millones de pesetas. Cuatro décadas después la fisonomía de esta finca es otra, puesto que sólo queda de entonces la zona verde y el edificio del Patronato San Miguel, que la entidad de ahorro construyó en 1966 para recluir a personas con minusvalías psíquicas y cuya estructura está a punto de derribarse para erigir en su lugar el Museo de la Ciencia. Miramón dejó de ser un terreno inexplorado a mediados de los años 70. Como consecuencia de la construcción de Policlínica Gipuzkoa, la empresa Ibermática y las sedes de la Orquesta Sinfónica de Euskadi y Euskal Telebista, las nuevas edificaciones se mezclaron con el ramaje de 40.000 árboles autóctonos que fueron sembrados a lo largo de estos años. Miramón selló su personalidad en esa época, a raíz del traslado piedra a piedra de dos de las tres Torres de Arbide, que abandonaron el centro de San Sebastián para erigirse como el emblema del parque. El desarrollo de Miramón se detuvo y no se reactivó hasta comienzos de la década de los 90, cuando se firmó un convenio con el Ayuntamiento donostiarra, consistente en la entrega de la Kutxa de 1.000 millones de pesetas para las arcas municipales a cambio de la cesión del aprovechamiento urbanístico. Esta operación propició la gestación del Parque Tecnológico, de 114.000 metros cuadrados, concebido como "una zona de implantación mixta de industrias de alta tecnología, centros de investigación y oficinas de empresa", asegura Juan Carlos Olano, director de la Secretaría General de Kutxa, entidad que el año pasado obtuvo unos beneficios brutos de 30.049 millones de pesetas. Integrado en la red de parques tecnológicos de Euskadi, el de Miramón es un polígono industrial de bata blanca donde tienen su sede la patronal Adegi y la Sociedad de Garantías Recíprocas Elkargi, entre otras compañías avanzadas. "En la actualidad están funcionando 16 empresas, que dan empleo a 380 personas, aunque en breve se ampliará la superficie edificada para cubrir la demanda existente", explica Juan Carlos Olano. La expansión del parque se completa con la creación de un espacio residencial de 200 viviendas de baja densidad edificatoria. Además, incluye un jardín botánico de 660.000 metros cuadrados, un auditorio al aire libre, un área de merendero, un frontón descubierto y paseos de acceso para disfrutar de este parque.

Un emblema interactivo

La referencia principal del parque de Miramón recaerá en el futuro Museo de la Ciencia, que ya tiene expedida la licencia de construcción y estará abierto previsiblemente en la primavera del 2000, tras una inversión de la Kutxa de 2.100 millones de pesetas. La creación del Kutxaespacio, bautizado así, permitirá a los visitantes una relación directa con la ciencia y la técnica. "Es un museo para tocar, donde el objetivo primordial no es tanto la conservación de objetos, cuanto la exhibición de recursos capaces de formar e informar, un lugar donde los conceptos tienen prioridad sobre los objetos", según su director Félix Ares de Blas. Para integrar todo el conjunto residencial e industrial, en el que el Museo de la ciencia se alza como emblema, la Kutxa ha invertido 3.500 millones de pesetas en la urbanización de todo el entorno, "con un alto nivel de calidad", cuyo mantenimiento correrá a cargo del Ayuntamiento cuando la corporación apruebe su recepción. La cesión al patrimonio contempla la entrega de un jardín botánico de 660.000 metros cuadrados, el auditorio al aire libre, un frontón descubierto, siete kilómetros de caminos, un área de cuatro hectáreas de merendero, el bidegorri y las carreteras y paseos de acceso al parque. La actuación de la caja guipuzcoana ha llevado pareja la transmisión al Ayuntamiento de 15 parcelas para viviendas cuya venta le proporcionó al consistorio un ingreso de 150 millones de pesetas, 660.000 metros cuadrados de parque natural, 14.000 metros cuadrados para equipamiento comunitario y 1.000 millones de pesetas con destino a financiar el palacio de congresos y auditorio del Kursaal. Juan Carlos Olano considera que la Kutxa ha culminado una "obra social que ha permitido conservar la belleza natural de Miramón, y esto no habría sido posible si la propiedad de los terrenos hubiera caído en manos privadas".

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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