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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Socialistas de Jaén

GASPAR ZARRÍAS, secretario del PSOE en Jaén y consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, ha anunciado una querella contra Manuel Aguilar, quien le acusó de ser el instigador del fraude por él mismo realizado y denunciado en las primarias socialistas de abril. Es de esperar que la indagación judicial arroje más luz sobre los hechos y sus responsables que la investigación interna de la comisión de garantías.La resolución, adoptada en tiempo récord, suspende de militancia al denunciante y exculpa a los señalados por él como participantes en la conjura. De Naseiro a Zamora, no faltan antecedentes de investigaciones internas más preocupadas por exculpar a los dirigentes que por aclarar lo ocurrido. Pero sería arriesgado creer bajo palabra a alguien que 10 meses después de los hechos decide denunciarlos alegando que lo hace porque no se le pagó lo prometido (proporcionarle un empleo fijo). Que guardase la lista del censo que robó abona la hipótesis de un intento de chantaje.

La investigación interna parece haber establecido la falsedad de algunas afirmaciones de Aguilar -llamada telefónica de Zarrías, nombres de votantes sustituidos-, pero confirmado otros detalles de su denuncia. Las confusas explicaciones radiofónicas del denunciante más bien invitan a no creerle; como mínimo, a considerarle un pillo dispuesto a mentir si espera sacar algo a cambio. Pero resulta increíble que alguien pueda inventarse toda la historia sin una base real, aunque la haya hinchado. La involucración de un miembro del Gobierno andaluz puede explicarse por el deseo del denunciante de garantizarse notoriedad. Pero da la impresión de haberse descartado demasiado rápidamente la participación de las otras personas citadas en la denuncia. Y considerar prueba complementaria contra Aguilar su no comparecencia ante la comisión de garantías revela demasiada prisa por cerrar el caso.

Se comprende la rapidez, porque nada le conviene menos ahora al PSOE que enredarse en una polémica que reabra las desconfianzas entre los partidarios de Almunia y los de Borrell. Zarrías ha asegurado tener indicios de quiénes "han pagado a Aguilar". Que se los comunique al juez. Mientras tanto, lo que queda es una imagen patética: los partidos no son sólo eso, pero esa realidad miserable forma parte de lo que son.

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