Una de cada tres víctimas de abusos sexuales en la región es menor de edad
La Comisión Nacional del Día del Niño ha puesto cifras a la sórdida lacra de los abusos sexuales en la región: una de cada tres víctimas tiene menos de 17 años. El informe de este organismo revela que un tercio de estas agresiones tiene lugar en el ámbito familiar. El padre biológico es el agresor en el 40% de los casos. Le siguen en la clasificación un tío de la víctima (19%), un hermano (12%) y un abuelo (11%). Cuando la agredida es una niña o una adolescente, el calvario suele durar cinco años en el 46% de las experiencias contabilizadas por la Comisión Nacional del Día del Niño.
La víctima más común, según los expertos, es una niña menor de 12 años sometida a tocamientos o violaciones vaginales por parte de un hombre mayor de 35 años que ejerce de padre, padrastro o compañero de la madre.Las administraciones conocen gran parte de estos sufrimientos infantiles a través del Teléfono del Menor, que la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) mantiene operativo las 24 horas del día. Según el balance del año pasado, la Comunidad fue la que más recurrió a este servicio en toda España, con un 20% (unas 28.000 llamadas) de las 146.464 recibidas. El Teléfono del Menor ANAR también ha despuntado como una herramienta válida para los adultos, que en la mayoría de los casos lo emplea para denunciar malos tratos y abusos sexuales a chavales de su entorno. "Es un síntoma de salud de la sociedad no callarse estos casos tan graves; hay que aclararlos y pedir ayuda para resolverlos", comenta la responsable del servicio, Paloma Cabello.
Aun así, este teléfono sigue siendo cosa de menores. Los que más lo usaron el año pasado tenían entre 14 y 16 años (51,4%), junto a los chavales de 10 a 13 años (19,9%). El número 900 20 20 10 sirve de asidero para transmitir dificultades en la relación con la familia, maltrato, adicciones, agresiones sexuales, trastornos escolares, embarazo o problemas psicológicos como la soledad, depresión, ansiedad o baja autoestima.
También, opina Cabello, el teléfono es un bálsamo para gente que sufre de incomunicación. "Recordamos especialmente el caso de un niño de muy corta edad que nos llamó pidiéndonos el número de Dios para contarle un problema; sólo podía decírselo a él", rememora Cabello. Otra chica, de 11 años, contactó con los voluntarios de ANAR para relatarles su triste Nochebuena: "No tenían cena porque su padre, ludópata, se había gastado el dinero en las máquinas. La madre era incapaz de afrontar el problema, por lo que la pequeña era el cabeza de familia".
Los asesores jurídicos se ocupan de ilustrar a los comunicantes sobre las leyes que se aplican en cada caso. A los niños se les aconseja que consulten con algún adulto de confianza. No obstante, hay excepciones: "En situaciones de extrema gravedad se envía toda la información disponible a un organismo para que decida si se abren o no investigaciones". Los abogados de ANAR entran también en acción, comunicando el hecho al GRUME o al fiscal de menores, cuando lo ruega el propio niño.
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