Ocho países abroncan a Alemania por su gestión de la "batalla financiera" de la UE
Pitos, bronca y agitar de pañuelos blancos. Hasta ocho ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE) se rebelaron ayer contra la presidencia alemana, por su mala conducción de la "batalla financiera" sobre la Agenda 2000. Los críticos acusaron al presidente de turno, Joschka Fischer, de olvidar en sus conclusiones las posiciones que habían expresado. El ministro español, Abel Matutes, aseguró a este diario que no dejará en la estacada a sus socios del Sur, Grecia y Portugal, pese a los cantos de sirena que en este sentido recibe de París y Bonn.
El encuentro debía discutir el documento preparatorio "Negotiating box" o caja de negociación -ver EL PAÍS del sábado-, que un alto diplomático español calificó de "German grill" o parrilla alemana, para destacar su "inanidad, sectarismo proalemáan y distancia con la negociación real", que es la que se realiza entre bastidores, por debajo de la mesa.La reunión acabó tan mal como malo era el texto, de forma que la noticia política es la bronca recibida por el siempre cortés Fischer. Cuando extrajo conclusiones verbales de la discusión, Matutes las desautorizó: "Así no vamos a ninguna parte", dijo.
Muchos colegas se apuntaron al descabello. El italiano, el portugués, el griego, el holandés, el francés, el irlandés y el finlandés exhortaron a la presidencia a cambiar de actitud, si pretende que la cumbre de Bonn, el viernes, y la de Berlín, a final de marzo, puedan culminar la discusión de la Agenda 2000.
Aparte de este gallinero, lo más destacable de ayer es que Alemania traicionó a Francia, y la Comisión aflojó su alianza con España. Se discutía de la dotación de los fondos estructurales, que Bruselas había propuesto alcanzasen los 218.000 millones de euros en el septenio 2000-2006. Si hasta ahora París y Bonn propugnaban una rebaja hasta 173.000 millones, Fischer se apuntó por sorpresa a una cifra intermedia, 200.000 millones. El francés Pierre Moscovici dedujo que si se rebajan menos las subvenciones al desarrollo es porque Bonn no ha abandonado la idea de la "cofinanciación agrícola", contra la que Francia combate.
Ira española
Pero además, la Comisión no objetó la reducción de su propuesta, y casi se alineó con Bonn en el punto medio, provocando las iras de la delegación española, que apuesta todo a mantener en cuanto sea posible las cifras originales de la Agenda 2000, para no mermar las transferencias que recibe de Bruselas.
El jefe de la diplomacia española declaró, por su parte, a este diario, su voluntad de "mantener la concertación y especial entendimiento que tenemos establecido con los otros países del Sur, como Grecia y Portugal". Era la primera definición oficial y pública del Gobierno sobre la propuesta franco-alemana desvelada ayer por EL PAÍS, que consiste en mantener el Fondo de Cohesión para todos los países beneficiarios que permanezcan por debajo del 90% del promedio de la renta comunitaria, a cambio de fuertes recortes en todos los demás fondos estructurales y de favorecer más a las regiones pobres de los países ricos en detrimento de sus homólogas de los países pobres.
Esa operación perjudicaría especialmente a Portugal y Grecia, por lo que su aceptación por parte de Madrid supondría la ruptura del llamado "frente de la cohesión". E iría acompañada, también, de la ruptura de la "banda de los cuatro" países ricos contribuyentes netos (Alemania, Austria, Suecia y Holanda), mediante la fijación de compensaciones de distinto alcance, desechándose la generalización del "cheque británico" o "justo retorno" por las contribuciones consideradas excesivas. La posición expresada por Matutes indica que, si bien algunos elementos de la propuesta pueden ser aceptados, habrá que reformular muchos otros.
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