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Operación Safari

Ocalan fue localizado una semana antes de su detención gracias a la señal emitida por su teléfono móvil

Juan Carlos Sanz

ENVIADO ESPECIALCon pasos medidos por el sigilo, los servicios secretos turcos (MIT) acosaron por toda Europa a su pieza más buscada hasta darle caza en el corazón de África. Desde que hace cuatro meses se vio forzado a abandonar su inexpugnable guarida en Siria, Abdalá Ocalan, Apo, sabía que sus perseguidores no iban a reparar en medios para atraparle. Desde recurrir a sus aliados de la CIA o el Mosad, a incluso contratar los servicios de la mafia rusa a su paso por Moscú. El jefe de la guerrilla kurda iba camino de convertirse, de repente y a los 50 años, en el mayor experto en fugas del continente.

De la mano de "cómplices" tan variados como el espionaje griego, que le buscó refugio en Nairobi, o el parlamentario comunista italiano que le ayudó a mantenerse a salvo durante dos meses en Roma, no tuvo tiempo de aprender bien el oficio Hablaba demasiado. Esto es lo que parece desprenderse de las innumerables versiones de su detención aireadas estos días por los periódicos turcos, la llamada Operación Safari.

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El viernes de la semana pasada ya circuló el rumor en Ankara: "Apo está a punto de caer". Eso fue después de que el gabinete de prensa del primer ministro, Bulent Ecevit, insinuara que era inminente el anuncio de "una feliz noticia para Turquía". Pero los comandos especiales tigre del MIT aún no habían urdido su estratagema en Nairobi, donde el jefe de la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) fue localizado apenas una semana antes. Sus constantes conversaciones a través de un teléfono móvil fueron captadas por los escáneres de servicios de espionaje -no por los de Turquía, seguramente-, que barren el éter en todo el orbe.

Ocalan estuvo a punto de huir de nuevo, según reconoció después un alto responsable de la seguridad turca, como ya había ocurrido antes en Moscú, Roma, Minsk, Atenas, la isla de Corfú, San Petersburgo o en el espacio aéreo holandés entre otros hitos de su escapada Pero se metió en la ratonera de Kenia: donde el despliegue de agentes secretos norteamericanos es más que evidente desde el mortífero atentado que destruyó la Embajada de Estados Unidos el pasado 7 de agosto. Otras fuentes periodísticas turcas creen que los servicios israelíes y británicos también confirmaron la presencia de Ocalan en suelo keniano. Al final , los turcos sabían desde el pasado día 4 donde estaba oculta su presa.

El pasado lunes, un funcionario se atrevió a interrumpir la entrevista que Ecevit mantenía en su despacho de Ankara con el viceprimer ministro iraquí, Tariq Aziz, y entregó una nota al jefe del Gobierno turco, quien inventó una excusa y abandonó inmediatamente la sala. Estaba hecho: Ocalan volaba amordazado rumbo a Turquía. Los comandos de élite enviados a Kenia habían seguido la misma táctica empleada para la captura de Semdin Sakik, el comandante guerrillero del PKK más famoso por su apodo de sin dedos: se dice que en una ocasión mostró tanto aplomo ante sus hombres al manejar una granada de mano que se olvidó de lanzarla a tiempo. Sakik, teórico numero dos del PKK había sido atrapado por el MIT el pasado verano en el norte de Irak y trasladado hasta Diyarbakir, en el sureste de Turquía.

Desde el mismo viernes, día 12, un avión Falcon 900 de largo alcance, capaz de volar de Turquía hasta Kenia sin escalas, se hallaba en el aeropuerto de Nairobi con un equipo a bordo -media docena de hombres, incluidos agentes de élite, el piloto y un médico- dispuesto a actuar. El aparato había sido ofrecido a las autoridades de Ankara por el empresario de la industria textil Cavit Caglar.

En un primer momento, fueron las autoridades kenianas quienes tiraron de la manta tejida por los griegos antes de hacerse pública la detención de Ocalan. Así, sus servicios de seguridad sabían que Apo había llegado al aeropuerto Yomo Keniata de Nairobi el pasado día 2 a bordo de un reactor privado, y que la Embajada de Grecia había solicitado que sus ocupantes desembarcasen por el canal diplomático, esto es, sin identificarse, y acompañados por el embajador George Costorias. Pero a los policías africanos no les cuadraban los nombres de las personas que se dirigieron al recinto diplomático heleno con los facilitados por la Embajada en una nota verbal.

Para los griegos, el propio Ocalan fue culpable de su captura. La tesis de Atenas es que el líder del PKK sólo creaba problemas a los países de la Unión Europea y había que ofrecerle ayuda para acabar con el conflicto diplomático. La caída en desgracia de tres ministros griegos y la investigación ordenada por el primer ministro, Costas Simitis, parecen demostrar que en el Gobierno de Atenas no todos pensaban lo mismo. Según la versión griega, Ocalan perdió la paciencia y empezó a barajar de nuevo la idea de presentarse por sorpresa ante el Tribunal Internacional de La Haya con el fin de exponer ante el mundo las injusticias que a su juicio sufren los más de 25 millones de kurdos, el mayor pueblo sin Estado de todo el planeta.

El jefe del PKK ya lo había intentado el pasado día 1, cuando las autoridades holandesas impidieron que su avión tomara tierra en el aeropuerto de Rotterdam. No está claro si su vuelo partió desde Minsk, la capital de Bielorrusia, o desde la propia Atenas. Pero casi todas las versiones coinciden en señalar que regresó hasta la isla griega de Corfú para repostar combustible antes de seguir ruta hacia Kenia.

Al hilo de las declaraciones del dimisionario ministro griego de Exteriores, Teodoros Pangalos, parece claro que Ocalan actuaba en su refugio keniano como un hombre acostumbrado a dar órdenes, y no a recibirlas. "No nos hizo caso cuando le dijimos que no debía dirigirse a Holanda y que era mejor esperar en Kenia para encontrar una solución". Con Apo viajaron hasta Nairobi cuatro acompañantes con pasaportes de países europeos. Uno de ellos protagonizó un confuso incidente al disparar su arma en el recinto diplomático griego. Según una información aparecida en la página Web del diario pro kurdo Ozgur Politika, los escoltas o acompañantes de Ocalan no fueron autorizados a dejar la Embajada griega cuando su jefe decidió salir hacia un incierto destino en Europa.

De lo que no cabe ninguna duda es de que el líder kurdo fue trasladado hasta Turquía por agentes especiales del MIT. Se sabe incluso que intentaron aterrizar en secreto a primera hora de la madrugada del día 16 en una base de las Fuerzas Aéreas, pero, a causa del mal tiempo, el Falcon 900 tuvo que dirigirse hacia el sector militar del aeropuerto internacional Kemal Ataturk de Estambul, antes de poder llegar a su destino final en una zona costera próxima a la isla de Imrali, adonde Ocalan fue conducido en un buque de guerra.

Pero la prensa de Turquía sigue aún sin despejar demasiadas incógnitas: ¿su captura fue una acción aislada de los turcos, como insisten en proclamar sus gobernantes? ¿le entregaron los griegos, sorprendidos in fraganti en sus maquinaciones diplomáticas? ¿le traicionaron los kenianos al abrirle una puerta falsa para su huida? ¿algún servicio secreto con mayor pedigrí que los mencionados movió desde la sombra los hilos de su detención?

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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