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Desmantelada una red que obligaba a prostituirse al menos a 47 mujeres

El testimonio ante la policía de León de S.P.E.G., una colombiana de 23 años, ha provocado la detención de seis hombres integrantes de una red dedicada a introducir en España mujeres ucranias y colombianas a las que obligaban bajo amemazas de muerte, a ejercer la prostitución en clubes de alterne. Hasta que concluyan los trámites burocráticos para su traslado a sus países de origen, un grupo de 47 mujeres permanece en una casa de acogida de León.Ricardo Fidalgo, de 41 años y propietario de los clubes La Copona 1 y La Copona 2, situados en las inmediaciones de León; Pedro Fernández, de 52 y encargado de los dos establecimientos, y Andri Marinenko, Andrés, de 20, cuya misión era vigilar a las jóvenes, han sido detenidos en la capital castellana como los principales responsables de la red.

En Móstoles (Madrid) eran detenidos otros tres colombianos: Omar de Jesús García Colorado, de 31 años y supuesto responsable del piso donde permanecían las mujeres tras llegar a Madrid; y Humberto Gonzalo Acosta Ortiz, de 32, y Gonzalo Antonio Álvarez Múñoz, de 28, que las custodiaban en otra vivienda de la capital, según los datos de la policía. La organización contaba con dos pisos, uno en la calle de Francisco Silvela, de Madrid, y otro en la de La Sagra, en Móstoles.

Crisis nerviosa

Las investigaciones se iniciaron hace poco más de una semana, en León, cuando S.P.E.G. fue atendida en un centro hospitalario de una crisis nerviosa aguda. Desesperada, la mujer relató una terrible historia de vejaciones y abusos continuados a los que eran sometidas tanto ella como sus compañeras. La profusión de datos llevó a la policía a la detención de los seis individuos y a su ingreso en prisión.

La denunicante llevaba dos meses en España y pudo escapar del club gracias a un cliente. La mujer contó que solían estar media hora con cada hombre y que éstos pagaban directamente al dueño del local unas 5.000 pesetas. Les amenazaban con que si se pasaban un minuto de ese tiempo serían encerradas en una celda sin luz, al igual que si el cliente no quedaba satisfecho.

Su horario de trabajo era casi ininterrumpido, de seis de la tarde a seis de la mañana, pero en caso necesario se ampliaba. Sólo contaban con una esponja impregnada en agua para su aseo entre cliente y cliente y tampoco importaba si alguna estaba enferma o embarazada. Seis mujeres más han corroborado estas declaraciones.

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Las jóvenes eran captadas a través de anuncios de prensa en los que se solicitaban camareras para restaurantes en España. Tras las entrevistas, se les facilitaba un pasaporte, dinero y un billete de avión con destino a Madrid. Después se les retiraba el dinero y el pasaporte y permanecían dos días inmovilizadas en un piso. Cuando la organización lo consideraba oportuno se las trasladaba a los clubes, donde se les exigía un millón de pesetas (6.010 euros) en concepto de traslado, alojamiento y protección.

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