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Pensiones

LUIS GARCÍA MONTERO La política es teatro, ya lo sabemos, y por eso los gestos siguen teniendo importancia. Los gobernantes del PP acusan de electoralismo a la Junta de Andalucía por su decisión de subir las pensiones. ¿De qué se quejan? Resulta lógico que las pensiones ocupen un lugar significativo en el argumento socialista del espectáculo y la representación. ¿Electoralismo? Por supuesto, pero siempre es mejor que los socialistas hagan electoralismo socialista y se dediquen a defender reivindicaciones y principios de carácter solidario. Lo verdaderamente extraño, lo que hace que la política se convierta en teatro del absurdo, es que un actor socialista aparezca en escena como paladín del neoliberalismo, apoyando reformas laborales ambiguas, contratos basura y corrupciones empresariales. El electoralismo es la única realidad de nuestra política. Dejando a un lado a Izquierda Unida, que está dispuesta a desaparecer del mapa con sus actuaciones poco teatrales en el País Vasco, los partidos políticos gobiernan, trabajan, disputan, piden o niegan comisiones de investigación, alientan nacionalismos y reclaman competencias con la única intención de ganar votos. Y ganar votos siempre es mejor que comprarlos, convirtiendo la representación en un sainete de los hermanos Álvarez Quintero. Es interesante que el público sepa cómo se gana cada cual sus votos, por lo que el electoralismo no carece nunca de significación y valor en sí mismo. No está mal que un partido socialista quiera ganar votos haciendo por una vez política socialista. Como tampoco está mal que el PP organice el teatro electoralista de su viaje al centro, renovando caras y alejándose de los restos prehistóricos del franquismo español. Cuando el PP ganó las elecciones, Aznar empezó a hablar con respeto de Azaña, de García Lorca, de Cernuda y de Max Aub. Muchos criticaron el teatro del presidente, pero yo sentí cierta tranquilidad al ver que el argumento de la derecha española se inclinaba al prestigio cultural antes que al desprecio bárbaro. Siempre es preferible que te utilicen a que te fusilen, que inauguren una fundación con tu nombre a que te llamen rojo indeseable y maricón. No está mal que la política se mantenga en los límites de la comedia, abandonando para siempre el espíritu trágico. ¿Tiene el teatro de la política algo que ver con la realidad de la vida? Si consideramos que la buena voluntad argumental de la Junta, impugnada por el Gobierno, supondrá un aumento para los pensionistas de 750 pesetas al mes, tal vez calculemos la distancia que hay entre la representación y el público que aplaude o abuchea. Lo único realmente significativo de esta polémica es que por unos días le ha quitado protagonismo a los nacionalistas catalanes y vascos, recordándonos que los políticos pueden discutir también de otros asuntos, por ejemplo, de la miseria en la que viven muchos españoles. Si conseguimos convertir de nuevo la economía en problema político, tal vez cobre importancia el partido o la coalición que quiera hacer electoralismo denunciando al PP por destruir para siempre, con muy buenas palabras, el sector público de la nación.

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