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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hacia la mediocridad

HAY VARIAS razones para suponer que la evolución triunfal de los precios que ha beneficiado a la economía española durante los últimos tres años está a punto de entrar en una fase de mayor mediocridad. El precio del petróleo probablemente no vaya a bajar más; el coste de las materias primas tampoco puede seguir descendiendo sin freno, y la moderación salarial quizá pueda mantenerse, pero no agudizarse. Así que el primer IPC de 1999 adquiere el carácter de premonición de mayores dificultades en el control de la inflación en los próximos meses. Los precios han aumentado el 0,4% en enero, la tasa anual de inflación ha subido una décima (hasta el 1,5%) y la inflación subyacente permanece estancada en el 2,2%. En cuanto los precios de la alimentación y de los combustibles despuntan, la inflación desborda las costuras.Es verdad que los precios de los servicios han bajado una décima en tasa anual, hasta el 3,6%. Pero el descenso es sencillamente ridículo o, dicho sea en términos matemáticos, despreciable en relación con lo que deberían haber caído en los últimos dos años. Debe subrayarse la inflación desproporcionada que están insuflando los servicios en la economía española. Es verdad que este tipo de inflación no se convierte inmediatamente en pérdida de competitividad exterior, pero acaba por deteriorarla a medio plazo. A la vista de la persistencia de altas tasas de inflación en los servicios, no pasará demasiado tiempo antes de que haya que preguntarse si el Gobierno tiene algún esquema de decisiones de política económica -y con qué calendario- para frenar los precios de los servicios; o si realmente la sociedad española tiene que seguir confiando en la moderación salarial y en el azar para mantener la inflación en el entorno de la zona europea. Hasta ahora no ha existido una política antiinflacionista que merezca tal nombre; pero a partir de ahora puede ser necesaria, porque el empeoramiento de los costes que influyen sobre los precios es ya un hecho.

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