La clase política destaca la victoria de la Constitución

La Constitución de EE UU era ayer proclamada como la gran vencedora del caso Lewinsky. Ha funcionado: un titular de la Casa Blanca ha sido procesado, juzgado y absuelto por el Congreso sin que el país se haya derrumbado. Ni tan siquiera se ha visto sacudido. Los norteamericanos no han sentido en ningún momento del proceso de impeachment la menor impresión de vacío o vértigo. "La Constitución y sus redactores, los Padres Fundadores, salen de este embrollo con medallas", dice el ex senador demócrata Sam Nunn.Gana también la opinión pública, que, desde el principio hasta el final, ha colocado el asunto en su justa perspectiva. Dos de cada tres norteamericanos han considerado condenable desde el punto de vista personal y moral la conducta de Clinton, pero no merecedora de tanto ruido. También sale ganando la educación sexual. El caso Lewinsky ha permitido hablarles a los niños sin tapujos del adulterio, el sexo oral o el semen. Pierden las dos grandes instituciones de Washington: la Casa Blanca y el Capitolio. La presidencia queda asociada con el sexo y las mentiras, y el Congreso con el partidismo. Todas las encuestas indican un gran incremento del escepticismo con el que el pueblo mira a sus representantes en la capital federal. Según Henry Hyde, jefe de la acusación, Clinton ha sido absuelto por "la generalizada convicción de que todas las políticas y todos los políticos son por definición corruptos y venales". Sale muy malparado el Partido Republicano, que se ha empeñado en seguir adelante con un proceso rechazado por la población. Y, por supuesto, sale muy desacreditada la institución del fiscal independiente, convertida por Starr en un instrumento de inquisición.