Jatamí destituye al jefe del espionaje de Irán por su relación con las muertes de disidentes
A los 20 años del triunfo de la revolución islámica y en vísperas de unas decisivas elecciones municipales, el presidente iraní, el moderado Mohamed Jatamí, reforzó ayer su poder frente a los sectores conservadores del régimen al forzar la dimisión del ministro de Información (servicios secretos), Gorbanali Dorri Nayafabadi, a raíz de la ola de asesinatos de intelectuales y personas de la oposición que conmovió al país a finales de 1998. Nayafabadi reconoció hace un mes que agentes incontrolados de los servicios secretos estuvieron implicados en al menos cuatro de esas muertes.
El renovador Jatamí parece haber colocado a la defensiva a sus rivales ortodoxos tras la ola de asesinatos de disidentes. Nayafabadi, un exdiputado que le fue impuesto en su Gobierno por la mayoría conservadora del Parlamento, le presentó el lunes su dimisión, según confirmó ayer la televisión estatal. El presidente aceptó la renuncia del hoyatoleslam, le agradeció los servicios prestados, y le pidió que continuara en su puesto de responsable del espionaje exterior e interior mientras nombra un sustituto para que sea investido por el Legislativo, según exige el sistema constitucional iraní. Los servicios secretos habían asegurado en un primer momento que los crímenes habían sido preparados desde el extranjero para debilitar al régimen. Pero el principal perjudicado fue el propio Jatamí y su intento de crear una sociedad civil y un Estado de derecho frente al poder de los líderes religiosos ortodoxos.
Aunque los sectores políticos y periodísticos próximos a Jatamí llevaban varias semanas exigiendo la dimisión de Nayafabadi, fuentes diplomáticas en Teherán subrayan que las presiones personales del presidente parecen haber precipitado la caída del ministro. Hace apenas dos días, el propio Nayafabadi desmentía en público los rumores sobre su posible dimisión.
Pero, tras el reconocimiento de la implicación de miembros de los servicios secretos en la muerte de los escritores liberales Mohamed Mojtari y Mohamed Puyandé y del dirigente nacionalista Daryush Foruhar y su esposa, Parvané, los líderes conservadores -que controlan el Ejército y la seguridad interior y exterior del país- parecen haber abandonado a Nayafabadi a su suerte antes de verse arrastrados en su caída. "Si [el presidente Jatamí] quiere hacer cambios en el ministerio, el Parlamento no presentará ninguna oposición", ha declarado a la prensa de Teherán el influyente líder conservador Mohamed Reza Bahoner.
Los asesinatos de disidentes pusieron en entredicho la anunciada voluntad de cambio del régimen iraní, mientras grupos de la oposición en el exilio y organizaciones humanitarias solicitaban a Teherán que permitiese una investigación internacional de los crímenes, una iniciativa a la que se sumó incluso el Parlamento Europeo.
El presidente Jatamí rechazó toda injerencia externa, pero ordenó la constitución de una comisión especial de investigación sobre los asesinatos. Las autoridades iraníes anunciaron poco después la detención de 10 personas y aseguran que actuaron aisladamente, sin formar parte de una red organizada. Los medios reformistas han exigido que se divulgue la identidad de los sospechosos y que éstos sean sometidos a un proceso público.
Aunque Jatamí no ha hecho aún público el nombre del nuevo ministro responsable de los servicios secretos, la prensa iraní daba ayer por hecho que el puesto será ocupado por Alí Yunesi, un alto clérigo shií alineado con el sector ortodoxo del Guía Supremo de la Revolución, Alí Jamenei. Yunesi, de 43 años, es actual jefe de la justicia militar y miembro de la comisión especial de investigación sobre los crímenes de disidentes.
Con la destitución de Nayafabadi, disfrazada de renuncia a petición propia, el presidente iraní parece haber ampliado su margen de maniobra frente a los sectores duros del régimen. La prensa de Teherán recordaba ayer que cuando Jatamí formó su Gobierno, en agosto de 1997, Nayafadi ocupaba el número 15 en la lista de candidatos que presentó para dirigir los servicios secretos.
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