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En el punto de mira nacionalista

"Será difícil tener más problemas de los que tuvimos con ella". Con esta frase resumía Joaquim Molins, portavoz de CiU en el Congreso de los Diputados, la gestión de Esperanza Aguirre en el Ministerio de Educación el día que José María Aznar anuncióel cambio de Gobierno.La flamante presidenta del Senado ha sido una de las ministras más criticadas por todos, pero especialmente por los nacionalistas. Ahora, sin embargo, se convierte en la máxima autoridad de la Cámara de representación territorial, en la que tendrá que lidiar con las exigencias de los mismos nacionalistas que decían de ella cosas como que "no era nada presentable", en palabras de Xabier Arzalluz. Y tendrá que hablar, como ayer, las otras tres lenguas oficiales del Estado español.

Precisamente fue su defensa a ultranza de la educación en castellano la que casi le cuesta el ministerio. El llamado plan de las Humanidades, con el que Aguirre pretendía unificar algunos aspectos educativos en toda España, suscitó las críticas feroces de todos los partidos nacionalistas. Carmen Laura Gil, de CiU, lo tachó de "obra de las voces del conservadurismo más duro y retrógrado". José Mendoza, de Coalición Canaria, dijo que la propuesta era "muy grave". Inaxio Oliveri, de Eusko Alkartasuna, la tildó de "barbaridad". Y desde el Bloque Nacionalista Galego la criticaron por "franquista y reaccionaria".

Al final, y entre lágrimas, la ministra tuvo que retirar su proyecto tras perder una votación en la que se unieron oposición y nacionalistas. Pero no fue éste el único choque frontal que Aguirre tuvo con los nacionalistas, especialmente con los catalanes. En noviembre de 1998, cuando los ánimos parecían calmados, dijo que le gustaría "que pudiese haber un colegio que enseñase en español en Cataluña, al igual que hay un Liceo Francés, un Instituto Británico o un Colegio Alemán". Desde CiU prefirieron no hacer comentarios para no provocar una nueva crisis entre socios de Gobierno.

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