Con Tàpies llegó la polémica
Tan pronto como en marzo de 1973, cuando el Grup de Treball aún no se había presentado en público, el pintor Antoni Tàpies se apresuraba a descalificar el incipiente movimiento conceptual "arremetiendo con saña malévola", en palabras del crítico Juan Manuel Bonet, contra esta práctica artística desde el periódico La Vanguardia. El alegato de Tàpies, una defensa a ultranza de la práctica artística tradicional, del arte por el arte, y una crítica descalificadora del conceptualismo, cayó como un jarro de agua fría y fue considerado como un agravio por aquel grupo de jóvenes artistas, que se apresuró a redactar una respuesta y enviarla al mismo periódico. Pero nunca fue publicada. Sin embargo, el pintor sí que dio por recibida la respuesta y contraatacó de nuevo en las páginas privilegiadas del mismo rotativo. Citando al poeta J. V. Foix, sentenciaba: "El poeta, como poeta, no ha de tener otra motivación lírica que la poesía. Si quiere intervenir como tal [en la revolución del mayor número] la poesía se le ahoga en los estanques mórbidos de la retórica". Las tesis de estos artistas conceptuales eran, para Tàpies, "la cantinela de siempre, el tic obsesivo de que el creador es más social, más progresista, por hechos añadidos o accesorios. No por su propia obra, no por lo que ha dicho en su propio terreno. En el fondo es seguir sin creer en el arte de vanguardia, no tener sensibilidad para la nueva poesía. Una especie de vanguardismo vergonzante o un realismo socialista encubierto". Esta polémica, que siguió ampliándose, forma parte de la exposición del Macba. Pero en su tiempo sólo fue recogida -en ambos sentidos- en la revista madrileña Nueva Lente, por el citado Juan Manuel Bonet, lo que también pone al descubierto el interés con el que se observaba desde Madrid lo que sucedía en Cataluña. El Grup de Treball tuvo en Simón Marchán, Alberto Corazón y Nacho Criado su extensión capitalina.
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