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Pasión por las cuatro ruedas

A Gregorio Santamaría la sonrisa se le hace tierna cuando habla de sus coches. Este alavés de 64 años, el menor de una familia de nueve hermanos, atesora una colección de autos antiguos en Vitoria. Subraya que su pasión no nace de la excentricidad, ni del lujo que da el dinero. "Mi gran ilusión siendo niño era convertirme en mecánico de aviación. Sin embargo, la realidad que me esperaba era diferente. Siendo mi padre consejero de la Compañía de Automóviles de Álava entré a trabajar como peón. "Si quieres aprender a mandar, primero has de aprender a obedecer", me dijo. Trabajábamos como bestias. No había horas. Nos pasábamos todo el día en el garaje", recuerda. Santamaría muestra como mudo testigo de sus trabajos pasados uno de los dedos de su mano amputado en una de sus falanges. Hace una pausa, enciende un cigarrillo y se dispone a hablar de sus coches. "Tengo un Willys Knight de 1929. Es un modelo norteamericano. Lo adquirí en una subasta en Málaga, por mediación de mi sobrino. Tiene seis cilindros y siete plazas y es el único modelo que hay en España", asegura. Santamaría esparce el humo azul de su cigarrillo por el despacho y prosigue. "Hace más de 25 años compré un camión modelo USA-Liberty. Es el original que trajeron los norteamericanos a Europa durante la Primera Guerra Mundial. En un principio era un camión oruga. Es un vehículo muy querido, que perteneció a mi padre. Lo compré al peso en una chatarrería, donde iban a desguarzarlo. Dejarlo como está me llevó 20 años de trabajos". Quizás uno de los coches de Gregorio Santamaría que más impresionan es el Cadillac. "Fue uno de los primeros coches traídos por el gobierno de Franco para ser utilizados por el parque móvil de los ministerios de su gobierno". El último coche que ha incorporado a la colección es un Seat 600 matriculado en 1970. "Los coches están operativos y pueden ser utilizados en cualquier momento. Pago el seguro y pasan la ITV todos los años", añade con orgullo. Santamaría se encuentra cómodo hablando de motores y autos. Dice que alguna vez ha pensado en vender su colección, pero al final confiesa que le es imposible deshacerse de sus coches. "Forman parte de mi vida. Se han forjado con mis sinsabores y alegrías. No puedo deshacerme de ellos". La pasión coleccionista de Santamaría no se agota con los coches antiguos. Son también de su propiedad una bicicleta inglesa de época y un motor de trilladora de Ajuria, modelo bético del año 1948, perfectamente restaurado. "Mi satisfacción de coleccionista es ver como la gente disfruta con los coches. Los he prestado para hacer películas y he paseado a la gente en ellos. Su ilusión es mi recompensa" Cuando a se le pregunta qué coche utiliza él para desplazarse por Vitoria, sonríe: "Tengo un utilitario, pero como el tráfico está tan mal, o voy andando o cojo el autobús".

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