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Una investigación revela que más de la mitad de los universitarios suspendería secundaria

El estudio concluye la necesidad de revisar los exámenes de los institutos

, ¿Sabría usted contestar a las siguientes preguntas sin vacilar? ¿Dónde están los polos, el trópico de Cáncer y el de Capricornio en una esfera? ¿Es el texto del Cantar del Mío Cid verosímil o fantástico? ¿Cuál es el recorrido de un glóbulo rojo desde que sale de la aurícula derecha? ¿Qué significa magnitud? Gran parte de los estudiantes universitarios, no lo saben. Un estudio realizado en la Universidad de Málaga (Uma) revela que más del 50% de los universitarios del último curso no es capaz de superar con éxito un examen de tercero y cuarto de secundaria, como los que realizan chicos de 15 y 16 años. El problema no está en la falta de luces ni de entendimiento, y tampoco es un problema de memoria. "La investigación no pretende cuestionar la capacidad de los estudiantes, sino la forma en que se hacen las pruebas en los institutos", aclara el responsable del estudio, Julio Vera Vila, profesor universitario de Teoría de la Educación.

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Las preguntas con las que se enfrentaron los casi 400 universitarios de Málaga y Sevilla que participaron en este experimento no estaban formuladas con especial mala idea ni iban a pillar por sorpresa, simplemente intentaban reflejar la realidad. Las cuestiones se eligieron al azar entre 886 que procedían de exámenes reales, recopilados en 14 centros de toda la provincia. Se distribuyeron en dos modelos, uno de ciencias y otro de letras. La prueba de ciencias fue realizada por 117 estudiantes de carreras de ciencias y 76 matriculados en estudios de letras. El 60% de los alumnos de licenciaturas como biología, química, matemáticas o de ingenierías "demostraron un nivel insuficiente en conocimientos supuestamente básicos y elementales propios de la materia que estudian", concluye el estudio. No supieron, por ejemplo, "indicar el recorrido de un glóbulo rojo desde que sale de la aurícula derecha" ni señalar la enfermedad carencial en una lista de tres (hipertensión, gota, raquitismo). Entre los de letras, el desastre fue total. Sólo uno de cada 10 supo definir conceptos como magnitud o unidad y encontrar "alguna diferencia entre la herencia dominante y la codominante".

Al examen de letras se sometieron 99 universitarios de carreras de letras y 97 de ciencias. El resultado no fue tan catastrófico como el de ciencias. Sin embargo, el 51,5% de los estudiantes de materias como filosofía o historia desconocía cuál era "la forma de Gobierno de Atenas" o las "causas de la hegemonía y decadencia del imperio español". Tampoco supieron definir lo que es el subdesarrollo, la Unión Europea o la emigración.

Los de ciencias, contra la creencia popular, presentaron en esta prueba un nivel ligeramente superior. Aun así, el 49,5% no supo localizar los polos, el trópico de Cáncer y el de Capricornio en una esfera. Tampoco pudieron decir si "el texto del Cantar del Mío Cid es verosímil o fantástico".

"Se supone que los que tuvieron que hacer el examen son la élite de nuestros estudiantes", comenta Vera Vila. "Estos universitarios, que en un plazo breve podrían ser candidatos a ocupar una plaza como profesores de secundaria en un colegio o instituto, suspenderían las pruebas de la ESO", añade. Según este profesor, las causas de este fracaso no hay que buscarlas en la preparación universitaria, sino en cómo se realizan las pruebas de evaluación de esta etapa de escolarización obligatoria.

La forma en que los profesores hacen los exámenes determina la manera en la que estudiará el alumno, según este experto: "Las evaluaciones son un elemento determinante en la idea que se hacen los estudiantes de lo que merece la pena aprender, de lo que es cultura y de lo que es escuela". "¿Qué idea se van a hacer de unas pruebas que priman el aprendizaje memorístico centrado en el dato concreto, frente a su comprensión?", se pregunta Vera Vila.

El análisis que hizo este grupo de investigación de las casi 886 preguntas, comprendidas en las 115 pruebas de evaluación, revela que el 33,5% de las cuestiones era de memorizar; casi el 29%, de comprender, y el 24,7%, de aplicar. En cambio, sólo en el 9,1% de las cuestiones el estudiante tenía que analizar; en el 2,3%, sintetizar, y en el 2%, valorar. "Los alumnos apenas tienen la oportunidad de desarrollar su capacidad de valoración, de juicio crítico y de análisis", dice Vera Vila.

Según el investigador, esa carencia es especialmente relevante si se tiene en cuenta la velocidad con la que se producen hoy los cambios en el ámbito científico. "El dominio de datos, clasificaciones y procedimientos que no se ejerciten a través de análisis, síntesis y que finalmente desemboquen en el desarrollo de la capacidad para valorar fenómenos de la vida cotidiana pueden quedar obsoletos rápidamente, sin que hayan contribuido a dotar de esquemas comprensivos, autonomía y juicio a los alumnos", manifiesta Vera Vila.

De la teoría y la práctica

Según el profesor, hay "una disociación enorme" entre el modelo que pretende implantar la reforma educativa y el que de hecho se imparte en las escuelas; entre "lo que los profesores dicen y lo que realmente hacen a través de las evaluaciones", asegura Vera Vila. "En este sentido, y en un momento en el que están en revisión los contenidos escolares, sería bueno que, antes de aplicar la antigua receta según la cual hay que aumentar la dosis de la medicina cuando ésta no alivia el mal (más contenidos), nos parásemos a pensar también en la utilidad que deben tener estos contenidos a la hora de ayudar a los alumnos a comprender la realidad". En este sentido, no todo está perdido, según Vera Vila: "Los ejes transversales que propone la LOGSE, que son los que verdaderamente tratan la problemática social y próxima al sujeto, facilitarían, si se usaran con asiduidad, la elaboración de esos esquemas comprensivos". Pero son muchas las dificultades con las que se encuentra el profesor, según el director del estudio, a la hora de poner en práctica lo que tan bien conoce desde la teoría.

"Los profesores de secundaria se encuentran con la dificultad de que, aunque son un colectivo muy capacitado desde un punto de vista académico, les falta formación pedagógica", manifiesta Vera Vila. No es raro, según dice, ya que sus estudios centrados en temas educativos, a diferencia de los maestros de primaria, se reducen al certificado de aptitud pedagógica (CAP). En una palabra y aunque les duela: "Saben mucho de su materia, pero no se saben poner en el lugar del alumno".

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