El Gobierno cree "suicida" ceder al chantaje de la violencia y hacer concesiones políticas para lograr la paz

El Gobierno asegura que sería "suicida" ceder al chantaje de la violencia y realizar concesiones políticas para asegurar el proceso de paz en Euskadi. Tras el Consejo de Ministros de ayer, su portavoz, Josep Piqué, valoró de manera favorable la coincidencia del Ejecutivo y el PSOE en el análisis de la situación vasca tras los últimos movimientos del nacionalismo, como el compromiso de constituir la Asamblea de Municipios Vascos. Piqué rechazó incluso esta denominación y afirmó que sería más riguroso bautizarla como "asamblea de concejales de los partidos nacionalistas vascos".El acercamiento de posiciones entre el Gobierno y el PSOE para afrontar el reto nacionalista del Pacto de Lizarra y la Asamblea de Municipios dominó el encuentro que Piqué mantuvo con la prensa. Será, sin duda, el tema estrella de la primera reunión, el 9 de febrero, del presidente, José María Aznar, y el candidato socialista, José Borrell. Primera entre ambos y décima, como subrayó Piqué, entre Aznar y un representante socialista desde que el PP gobierna. "Esto ya es un síntoma de normalidad", dijo el portavoz.

En torno a la cita entre el jefe del Ejecutivo y Borrell, el secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, criticó a Aznar por no haber encontrado, en el mes que ha pasado desde que los socialistas pidieron el encuentro, dos horas de su agenda para reunirse con Borrell y tratar la situación de Euskadi. Borrell, durante una visita al Institutuo de Astrofísica de Canarias, añadió ayer: "[Aznar] sólo se dirige a los socialistas para pedirnos ayuda en situaciones difíciles" y para resolver asuntos que plantean los nacionalistas y en los que él "rompió" el consenso. "La escalada de reivindicaciones nacionalistas", añadió, "ponen en peligro la España Constitucional", informa Rosa Rodríguez.

Piqué, que el miércoles se entrevistó en Bilbao con una representación del Círculo de Empresarios Vascos, coincidió con el análisis de la víspera del socialista Ramón Jáuregui, según el cual un sector de la sociedad vasca padece un síndrome de Estocolmo, por el que está dispuesto a pagar cualquier precio político con tal de que ETA abandone definitivamente la violencia.

"Puede haber sectores de la sociedad vasca que así lo piensen. Pero sería suicida poner un precio político a la paz", afirmó Piqué, quien proclamó tajantemente que el Gobierno no lo va a hacer. Piqué aludió a su encuentro con los empresarios vascos y rechazó que la conclusión fuese una censura de esta organización a la gestión del proceso de paz, tal y como manifestó su presidente, Alfonso Basagoiti. Piqué resaltó: "Ésa es la opinión de una persona". El mensaje del portavoz fue que el proceso vasco de paz será "largo y complejo" porque, sencillamente, "un problema de violencia de 30 años no puede solventarse en cuatro meses".

Por ello solicitó que se mantenga la "tranquilidad" y que no se hagan "declaraciones catastrofistas". Como muestra de estas últimas citó las realizadas por Felipe González, la víspera, en Barcelona, donde manifestó que el proceso de paz va "por el peor de los caminos". Piqué respondió: "Con todo el respeto que me merece el expresidente, estas declaraciones deben evitarse porque podría interpretarse que desea que el proceso de paz vaya mal".