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XIII CONGRESO DEL PP

El secretario general se va acusando al PSOE de "saltear el presupuesto y combatir el crimen con el crimen"

Javier Casqueiro

El Francisco Álvarez Cascos que se despidió ayer de la secretaría general del PP se pareció como una gota de agua a otra al líder de la oposición que fustigaba sin piedad al PSOE cuando su partido estaba en la oposición. No fue la intervención de un político de un partido dialogante y centrado como quiere vestirse ahora el PP.En la parte de su discurso titulada España funciona, Cascos recuperó aquel tono abrupto para rescatar sus peores invectivas hacia los socialistas, de los que dijo en referencia a su última etapa en el Ejecutivo: "Un Gobierno y una manera de gobernar que, en sus últimos tiempos, estaban orientados a la ocultación y al disimulo de conductas tales como abusar del poder, saltear el presupuesto del Estado o combatir el crimen con el crimen". La primera arremetida contra el PSOE la concretó cuando aludió a la victoria por la mínima del PP en las últimas elecciones generales. Cascos recordó que el PP ganó entonces, el 3 de marzo de 1996, "sin paliativos ni atenuantes". Y añadió que "la dulce derrota que se aplicaron los socialistas para disimular el resultado y, así, poder mantener sus posiciones de poder, influencia y privilegio, tardó muy poco en perder su dulzor, para dar paso a un sinfín de intrigas, luchas por el liderazgo y recriminaciones mutuas, donde brillan por su audacia los escapistas de las responsabilidades más graves, consolados y ayudados en su amargo destierro por la nostalgia de su corte mediática y editorial".

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El secretario general saliente comentó, irónicamente, que ése fue "un buen anticipo de lo que ocurriría con los augurios que, a partir del 4 de marzo [de 1996], corrían por los cenáculos que se autodenominaban influyentes sobre la vida efímera del futuro Gobierno". Fue ahí cuando se atribuyó, junto a los tres vicesecretarios generales del PP, Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja, y Mariano Rajoy, el mérito de los acuerdos con sus socios nacionalistas.

Puestos a colgarse medallas, que se las puso de todos los colores, Cascos mencionó algunas de las políticas más polémicas del Gobierno y en la alusión a iniciativas como los indultos a José Barrionuevo y Rafael Vera, a los que no mencionó, situó esas medidas en el respeto y acatamiento a las peticiones del Tribunal Supremo. Con el mismo argumento justificó las peticiones de comparecencia ante el Supremo de miembros del Gobierno actual sobre el caso GAL, la entrega de documentos secretos del Cesid, o las solicitudes de extradición como la de Augusto Pinochet por parte de la Audiencia Nacional.

Fue incapaz de olvidar una de sus actuaciones más conflictivas durante su trayectoria en el Ejecutivo y en el PP. Hizo una referencia, muy de pasada, a la batalla digital, sin expresar ese término. Cascos señaló que el Gobierno se había limitado a regular el sector. "Sólo desde la concepción totalitaria de quienes defienden que "el monopolio es libertad", se puede poner en cuestión los avances promovidos por el Gobierno de José María Aznar en el terreno de la libertad de los medios audiovisuales frente a los abusos de posición dominante de cualquier grupo mediático".

Cascos identificó el problema de Asturias en un mero alejamiento de la disciplina del partido similar a los casos ocurridos en su día en Galicia con José Luis Barreiros o en Cantabria con Juan Hormaechea. Eso sí, asumió como propios varios errores. Y ayer se arrepintió públicamente "de haber intentado quitar importancia al problema y disimular su gravedad en la confianza de que con el tiempo se acabaría corrigiendo".

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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