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La falta de camas y enfermeras provoca la peor crisis de la sanidad pública británica

Los hospitales han pasado de 550.000 plazas disponibles a 194.000 en los últimos años

Isabel Ferrer

Sheryl Young, una joven británica de 24 años, herida grave en un accidente en Francia, no pudo regresar a su país este mes porque no había camas libres en los hospitales públicos. En el centro médico Royal Alexandra and Saint Mary, en Portsmouth, la dirección solicitó ayuda a los familiares de los enfermos para alimentar a éstos ante la escasez de enfermeras (faltan unas 13.000 en la red pública). El recurso a las escuelas privadas de enfermería, que cobran 14.400 pesetas a la hora por ceder a sus estudiantes, no soluciona la peor crisis de la Sanidad pública británica.

Mientras los planes de salvación se amontonan, nadie parece capaz de resolver quién es el responsable de la situación actual? El Gobierno laborista señala al partido conservador por recortar, desde principios de la presente década, la cifra anual de enfermeras en busca de una plaza. "Bajaron de 15.000 a 11.000 cuando los tories ostentaban el poder. Como entrenarlas cuesta tres años, ahora tenemos un problema gravísimo", ha dicho Frank Dobson, ministro de Sanidad.Su análisis ha enfurecido a su colega en la oposición, Ann Widdecombe. Temida por sus ataques frontales, ha respondido que los laboristas juegan con las cifras para no ser acusados de negligencia. "Tienen que admitir que su obsesión por aligerar las listas de espera está hundiendo a la Sanidad misma. Hasta entonces, seguiremos viendo enfermos en los pasillos y camiones nevera llenos de cadáveres, que no caben dentro de los hospitales".

Evitando tomar partido alguno, la Asociación Británica para la Medicina de Urgencia, que representa a un millar de estos especialistas, ha advertido al Gobierno del riesgo que corren muchas vidas. En su opinión, el trasvase de fondos oficiales para reducir las listas hospitalarias sólo ha producido efectos nocivos. "Cada vez hay menos camas para urgencias y el personal sanitario, muy escaso, no puede con todo", afirmó Roger Evans, su presidente.

Médico él mismo en el hospital Royal Infirmary de Cardiff, en la costa suroeste de Inglaterra, ha denunciado también la presencia de enfermos en cualquier rincón del centro. "A veces pasan 12 horas esperando".

Keith Little, antiguo responsable de la misma asociación, ha sido aún más radical. Ha dimitido de su cargo de director clínico en la Royal Infirmiry de Edimburgo (Escocia). "La falta constante de camas había convertido mi trabajo en una misión imposible", reconoce. Frank Dobson, el ministro, ha acabado por reconocer que la crisis existe y será difícil de resolver, pero de momento las cifras no le cuadran.

En los años sesenta, había en el Reino Unido más de 3.000 hospitales abiertos con 550.000 camas disponibles. En estos momentos sólo hay 194.000. El Reino Unido es uno de los países ricos que menos gasta por paciente: 192.000 pesetas. Alemania y Francia están entre los más espléndidos, según la Asociación Médica Británica, con 327.000 y 300.000 pesetas, respectivamente.

Pero el problema más acuciante es la falta de enfermeras. Sus sueldos le cuestan al Gobierno más de 1,4 billones de pesetas. Por término medio, cobran unos 3,6 millones al año. Cuando reciben un aumento, éste suele repartirse a lo largo de varios años, en general tres.

Los asesores del ministro Dobson siguen proponiendo tímidos aumentos de sueldo para el sector de la enfermería, entre un 5% y un 10%.

La posible subida del salario de los médicos, por su parte, apunta mucho más alto. Hasta un 40% puede llegar a ofrecérseles para que abandonen las consultas privadas y dediquen más tiempo a los pacientes del seguro público. Ello supondría casi cinco millones de pesetas más al año de subida.

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