Los labios de las gallinas
La Asociación mundial de Nuevos Ombudsman (ONO), en su congreso de 1995, en Fort Worth (Tejas) invitó al psicólogo David J. Welsh, especialista en problemas de estrés. El experto advirtió a los defensores del lector allí reunidos sobre la relación telefónica con "personas difíciles", y les invitó a no perder el tiempo con lectores que plantean problemas parecidos a por qué las gallinas tienen el pico tan duro cuando les gustaría que tuviesen labios. Desearían, dijo el psicólogo, que el periódico tuviera "labios, rabo o páginas de cristal".No es ésa, ni mucho menos, la corta experiencia del nuevo Defensor del Lector de EL PAÍS. Todo lo contrario: llamadas inteligentes y estimulantes que muestran un altísimo nivel de atención hacia el periódico. Por asuntos menores -¿y por qué no?- o por cuestiones de mayor entidad.
Lucía Martínez Odriozola, una lectora de Bilbao, se queja de una información publicada el sábado día 16 en la sección de España, con el título Un príncipe entre eurócratas, firmada, en Bruselas, por el corresponsal de EL PAÍS, Walter Oppenheimer. Allí se dice que don Felipe de Borbón permanecerá cinco semanas estudiando la organización de la UE y que "quizá tenga ocasión de entender el sentido de jergas tan usuales, pero poco finas, como: "Y me fumo un puro con el finlandés", "le meto un 130", "eso no vuela" o "silencio en la Maestranza".
Según esta lectora, "es defendible que el periodista, a fin de captar la atención del lector y conducirle a la lectura completa del texto, le provoque algunos interrogantes, pero todos ellos han de ser respondidos en la misma información".
El razonamiento es impecable y concuerda plenamente con el Libro de Estilo de EL PAÍS, que advierte a los redactores de la "obligación de hacer accesible al público en general la información técnica o especializada".
La especialidad, en este caso, se encuentra en una jerga muy concreta que, según explicó Oppenheimer al Defensor del Lector, se utiliza habitualmente en algunos círculos de la representación diplomática española ante la Unión Europea. Precisamente por eso decidió no desmenuzar su significado.
Pero Carlos Castro, jefe de la sección de España y editor escrupuloso de textos, sintió la misma curiosidad que Lucía Martínez y trató de desentrañar el misterio. Llamó a Bruselas, pero, dada la hora, sólo encontró la respuesta de un contestador automático.
Al final se publicó la crónica tal y como había llegado, con el agravante de incluir un destacado -titulillo que se resalta dentro del texto- que excitaba abiertamente la curiosidad del lector: "El heredero conocerá el sentido de jergas como "eso no vuela" o "silencio en la Maestranza".
Walter Oppenheimer ha desvelado el sentido, por lo demás inocente, de tales expresiones:
"Y me fumo un puro con el finlandés" se utiliza para indicar que no se atenderán los planteamientos de una determinada persona, variando la expresión según su nacionalidad.
"Le meto un 130" alude a esgrimir un precepto cualquiera de una norma comunitaria.
"Eso no vuela" es la traducción literal de una expresión muy habitual en inglés -It does not fly- para indicar que algo tiene pocas posibilidades de prosperar, que no pita.
"Silencio en la Maestranza" utiliza un símil taurino para indicar que se guarda silencio ante un asunto que no entusiasma, como ante la discreta faena de un torero.
Los mormones y el COI
El Comité Olímpico Internacional (COI) se encuentra en una auténtica encrucijada histórica, salpicado por los escándalos, en torno a los Juegos de Invierno del año 2002 en Salt Lake City, capital del Estado de Utah, en EE UU.El pasado 10 de enero, Juan José Fernández abordó el asunto en la sección de Deportes con una página entera, titulada El COI entra de lleno en la encrucijada de la corrupción.
Un despiece de esa página se tituló El mal ejemplo mormón, tomando pie en el hecho de que tienen en aquel Estado su gran asentamiento.
Virginio Baptista, director de asuntos públicos de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días -nombre oficial de esta secta protestante-, se lamentó por carta del titular que los mencionaba y, además de asegurar que "la doctrina y la práctica habitual de los mormones es apoyar la ley civil, luchar contra la corrupción y denunciarla", aducía que con la expresión utilizada en el periódico se implicaba a millones de personas que nada tienen que ver con las actuaciones de miembros del COI y que de los 13 nombres implicados en posibles corrupciones que se citaban en la información sólo uno pertenece a la Iglesia mormona.
Juan José Fernández reconoce que "fue desafortunado generalizar con el titular", aunque añade que en ningún momento acusaba a los mormones del escándalo.
También lamenta la referencia genérica que hacía en el texto a los "organizadores mormones" cuando, dice, "entre los altos cargos, sólo el vicepresidente Dave Jhonson, ya dimitido,profesa esta religión, aunque existan bastantes más en labores inferiores en el comité organizador" de los Juegos de Invierno.
Y un último asunto: el Grup de Lesbianes Feministes, de Barcelona, se queja ante el Defensor de una información publicada el pasado día 14 en la sección de Televisión y Radio con el título Una jugadora marcada por el escándalo, que anunciaba la emisión en Canal + de un reportaje sobre la tenista norteamericana Billie Jean King, que en los años sesenta y setenta ocupó el trono del tenis femenino.
Protesta la asociación porque se afirma que su carrera estuvo salpicada de "escándalos sexuales, provocados por su condición de lesbiana abiertamente reconocida" y porque se la describa como "menuda y con gafas".
En su carta, El Grup de Lesbianes no menciona que en la información se añade que la tenista también escandalizó por "sus luchas reivindicativas en contra del dominio de los hombres". Isabel Gallo, autora de la información, recabó datos de Canal +, donde confirmaron que fue la primera tenista "que hizo del lesbianismo su bandera" y "la que se encargó de airear sus relaciones afectivas para provocar a los medios de comunicación y a los medios bienpensantes". Es un dato objetivo que era "muy menuda" y que casi hasta el final de su carrera usó gafas para jugar, hecho muy poco habitual en cualquier deporte. No parece que se haya vulnerado ninguna norma deontológica general, ni del Libro de estilo.
Por cierto, y para concluir: si algún lector desea dialogar con el Defensor, incluso sobre el pico de las gallinas, no dude en llamar o en escribir.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (
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