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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Urgencia en Jordania

LA INMENSA mayoría de los jordanos que ayer recibieron en las calles de Ammán al rey Hussein, tras medio año de ausencia para tratarse un cáncer en Estados Unidos, han nacido durante el reinado de este hombre de 63 años. Más aún, el enfermo monarca, que lleva 47 años en el trono, personifica para casi todos, dentro y fuera, la existencia misma de Jordania y es la fuerza aglutinante de sus casi seis millones de habitantes, de origen palestino o miembros de tribus beduinas.Por eso, y porque Jordania afronta un futuro incierto en una zona en efervescencia, la batalla contra el cáncer del monarca tiene un significado especial. Aunque para la corte de Ammán el rey vuelve curado de la clínica Mayo, el tono del recibimiento por su pueblo y varios dignatarios de la zona -Arafat entre ellos- sugiere más una despedida que el regreso a casa de quien está listo para retomar las riendas. Los jordanos creen que la salud del rey, que sufrió una operación de próstata hace dos años y tuvo un principio de tumor renal, está definitivamente quebrantada. Hussein ha dirigido Jordania con mano de hierro hasta 1989, cuando puso en marcha una tímida liberalización de la que sus críticos le consideran ahora el principal obstáculo. Esta autocracia benevolente, basada en una firme alianza con EE UU y en la paz con Israel, y cuya democratización se administra con cuentagotas, tiene muchos y serios problemas: desde el económico hasta el auge del islamismo radical. Pero sus instituciones han mostrado recientemente signos de fortaleza e independencia inimaginables en Estados vecinos. Para los jordanos, sin embargo, hay un tema crucial que Hussein debe solucionar ya: su sucesión. Según la reforma constitucional hecha por el propio rey en 1965, es su hermano menor, Hassan, el heredero aparente de la dinastía hachemí, y como tal ejerce. Pero el regente, más preparado que el rey, no suscita el afecto popular. Y Hussein da vueltas a la designación de uno de sus occidentalizados hijos varones como sucesor. Lo que en un país más asentado y menos dependiente de una sola persona sería un trámite, en Jordania, pivote en Oriente Próximo, exige prontitud y tino. Está en juego su propia estabilidad y la de una región volátil como la gasolina.

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