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La diplomacia del béisbol

Un equipo estadounidense intenta concertar partidos con la selección cubana y romper el bloqueo deportivo

, Cuba y EE UU protagonizaron el pasado fin de semana en La Habana el primer ensayo de la diplomacia del béisbol, en la que los bates y las pelotas desempeñan el papel de embajadores especiales, cuya misión sería derretir el hielo del embargo como en el pasado el pimpón sirvió para rebajar tensiones entre China y Washington. En este primer tanteo, los jugadores han sido los 13 miembros de una delegación norteamericana que preside Peter Angelos, propietario de los Baltimore Orioles, un equipo de béisbol de las grandes ligas de EE UU, quien ha viajado a Cuba con el propósito de organizar dos partidos de pelota entre los Orioles y el equipo nacional de Cuba.La iniciativa no es nueva. Desde hace tres años, los directivos de los Orioles tratan de que los partidos se celebren, pero hasta ahora las autoridades de EE UU no lo habían permitido por ir contra la ley del embargo.

"Creemos que el béisbol es un buen vehículo para unir a las personas", dijo Angelos en La Habana, adonde ha podido viajar, tras años de espera, gracias a las medidas aprobadas el pasado 5 de enero por la Administración de Clinton para suavizar la presión sobre Cuba. Una de las medidas de Clinton era precisamente favorecer este intercambio beisbolero, siempre y cuando los fondos que se recaudasen no sirviesen para beneficiar al Gobierno de Fidel Castro.

La delegación norteamericana llegó a Cuba el viernes, y durante estos días ha sostenido entrevistas con funcionarios y directivos del deporte cubano. Además de Angelos, han viajado a La Habana el encargado de relaciones internacionales de la Asociación de Peloteros de las grandes ligas, Tony Bernazard; el vicepresidente ejecutivo de operaciones de las grandes ligas, Sandy Alderson, y Tom Garófalo, director de relaciones internacionales de programas de asistencia humanitaria a Cuba de la organización religiosa Cáritas de EE UU.

"Se trata de un esfuerzo de pueblo a pueblo por parte de las ligas mayores de béisbol y de los Orioles. Ése es el objetivo, el único objetivo", declaró Angelos. El propietario de los Orioles y el resto de la delegación asistieron el domingo a un juego de la Liga nacional cubana de béisbol entre el equipo Industriales de La Habana y el de Villa Clara. El partido se celebró en el estadio Latinoamericano de la capital cubana, el mismo en que se jugaría uno de los encuentros entre los Orioles y la selección de Cuba, en caso de que se llegue a un acuerdo, algo que parece probable, a pesar del rechazo del Gobierno de Fidel Castro a las medidas anunciadas por Clinton. El presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, se refirió específicamente a la iniciativa de los Orioles, y dijo que EE UU estaba tratando de presentarla como una propuesta propia, cuando eso no era cierto. "Esa idea no la inventaron los burócratas de Washington", dijo Alarcón. Según el funcionario cubano, la lista de los que en Baltimore llevan meses apoyando el proyecto incluye numerosas entidades y diversas instituciones religiosas, y reveló que hace un año él mismo recibió al alcalde de Baltimore y conversó sobre el asunto. "Ahora se aparece esta gente poniendo la idea como prueba de flexibilidad", agregó.

Sin embargo, el presidente del Parlamento cubano no descartó que los dos partidos de béisbol -uno se celebraría en La Habana, y el otro, en Baltimore- pudiesen realizarse, e incluso adelantó qué se debería hacer con los fondos que se recaudasen: asistir a las víctimas del huracán Mitch en Centroamérica, donde trabajan varias brigadas de médicos cubanos.

De esta forma, la pasión por el béisbol, que une por encima de la política a cubanos y norteamericanos, podría ahora colarse entre las rendijas del embargo para promover espacios de acercamiento entre dos países que llevan cuatro décadas separados.

Sin embargo, la diplomacia del béisbol no tiene ante sí un camino fácil, pues este juego no ha escapado a la particular guerra fría que enfrenta a ambos países desde 1959. Famosos jugadores de pelota que han abandonado la isla en los últimos años, como el lanzador Orlando el Duque Hernández, son ahora estrellas de las grandes ligas y cobran millones de dólares cada temporada. Mientras, en Cuba, los peloteros ganan apenas unos cientos de pesos. Un contraste demasiado grande.

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