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Agenda

DE PASADARenovar una agenda equivale a emprender un juicio universal. Cada año por estas fechas hay que destituir del viejo listín de teléfonos a los conocidos que en los doce últimos meses han merecido la pena del olvido por muerte, enemistad, cansancio o derrota. Sólo en unos casos excepcionales el juez que administra el microcosmos de la agenda transige en conceder un año de demora a algún exiguo amigo, extraviado entre números tachados y direcciones equívocas, con la remota esperanza de recuperar la antigua camaradería. A la dificultad moral que entraña la renovación de la direcciones telefónicas se une ahora la no menos ardua de elegir la agenda, que ahora se divide en sexos y edades. ¿Dónde está el sexo de una agenda, qué página hay que levantar para descubrir el pelo, la hormona, el bulto o la llaga que demuestre su pertenencia a un género definido? ¿Hay ambivalencias, e incluso perversiones, en el erotismo de celulosa de los dietarios? ¿Cómo se puede agregar masculinidad o feminidad al orden estricto de los días, a los jueves y a los lunes, a las inútiles distancias kilométricas entre poblaciones que jamás transitaremos, a los agostos y a los mayos? El Centro Provincial de la Mujer, de la Diputación de Granada, sin ir más lejos, ha salvado esta dificultad agregando un "calendario menstrual" a la secuencia asexual de semanas y meses. Quizá a los hombres nos corresponda encontrar una agenda con un calendario de poluciones nocturnas. Más electoral es la Agenda para Mayores que ayer presentó la delegada de Bienestar Social del Ayuntamiento de Granada, Ana López Andújar, junto con el alcalde, Gabriel Díaz Berbel, el pasajero agregado a la misión peatonal del Discovery que recorrió Granada entre agasajos y fiestas que casi siempre traspasaron la endeble frontera que separa la hospitalidad del exceso. Por cierto, no consta si los astronautas fueron convidados a probar el fruto oleoso nacional, la aceituna, ya sea al natural o aliñada en su OCM. Quizá temieron cometer un magnicidio. Hace una semana Fermín Camacho, anfitrión municipal de embajadas orientales, convidó a olivas al senador japonés Iwao Matsuda sin entregarle el preceptivo manual de instrucciones o, al menos, el capítulo que advierte que el apetitoso fruto va provisto en su interior de un hueso que sólo tras un proceso industrial es sustituido por una dúctil hebra de anchoa. ALEJANDRO V. GARCÍA

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