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San Sebastián dedica un ciclo al director de cine japonés Kenzo Mizoguchi

Maribel Marín Yarza

El ciclo Nosferatu, que coproduce cada año Donostia Kultura en colaboración con otras instituciones, hará en esta edición un nuevo guiño al cine japonés. Dedicará una retrospectiva a la filmografía del realizador Kenji Mizoguchi. El programa, que incluye la proyección de 18 títulos de uno de los grandes maestros del cine oriental, se inaugura hoy en el teatro Principal de San Sebastián, con el pase de La emperatriz Yang Kwei-Fei.

Esta propuesta conjunta de Donostia Kultura, el Centro Galego de Artes da Imaxe y la Filmoteca Generalitat Valenciana, supone una oportunidad única para conocer la trayectoria de una personalidad clave de la cinematografía japonesa. A Kenji Mizoguchi se le sitúa entre los cuatro grandes del cine nipón, junto a Akira Kurosawa, Yasujiro Ozu y Mikio Naruse. Su obra fue además la que incitó a la crítica norteamericana y europea a conocer más de cerca el cine japonés. El trabajo de Mizoguchi siempre ha permanecido pegado a la realidad social de su país. "En sus películas existe", dijo ayer el crítico e historiador cinematográfico Santos Zunzunegui, "una gran dosis de profundización en la crítica de la sociedad japonesa". Este realizador siempre tuvo muy presente en su obra la posición subordinada de la mujer en esta sociedad feudal. Quizá su preocupación encerró matices personales. Cuentan que su padre, un emprendedor arruinado, vendió a su hija mayor a una casa de geishas. Kenji, según el crítico Jesús Angulo, "nunca perdonó a su padre la forzada separación". Esta vivencia personal puede aportar algunas luces a la temática que abordó Mizoguchi a lo largo de su carrera. Zunzunegui se atrevió a decir que en este cineasta "se encuentra uno de los retratos más lúcidos de estos cien años de cine sobre la condición de la mujer. Es un director curiosamente feminista antes de tiempo". Lo fantástico Mizoguchi siempre estuvo atento a esa dimensión social, pero combinó el realismo con lo fantástico y lo mágico en su tratamiento, que le distingue de otros realizadores como Ozu. Pero esto no fue en perjuicio de su preocupación por la estética. Zunzunegui insistió en que Mizoguchi es "uno de los grandes investigadores de un sistema estilístico basado sobre el plano secuencia". Lo utilizó mucho y filmó los acontecimientos, generalmente con gran contenido melodramático, desde una cierta distancia crítica. Su última película data de hace más de 40 años. Sin embargo, según Zunzunegui, "es extraordinariamente actual y rica desde todos los puntos de vista". La retrospectiva dedicada a Mizoguchi, que comienza hoy con el pase de La emperatriz Yang Kwei-Fei, combinará la proyección de títulos significativos con obras prácticamente desconocidas, según anunció el programador de Donostia Kultura, José Luis Rebordinos. Entre las producciones que se podrán ver se encuentran Los amantes crucificados, La calle de la vergüenza, Las hermanas de Gion y Las amapolas. Todas se proyectarán en versión original con subtítulos electrónicos en castellano, a excepción de cuatro películas subtituladas en euskera. Las sesiones comenzarán a las 20:15 en el Principal. La entrada cuesta 500 pesetas y el precio del abono, que incluye la revista, asciende a 3.000. Este ciclo, que se prolongará hasta mediados de abril, viene a completar una serie de retrospectivas programadas en San Sebastián sobre cine japonés. Nosferatu dedicó el pasado año un ciclo a Yasujiro Ozu y el Festival Internacional de Cine a Naruse.

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