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Nene, caca

Los padres de la plaza del 2 de Mayo han puesto en marcha una especie de ONG, espontánea y sui generis, que delimita su modesto terreno de intervención al maltratado espacio de la plaza misma que reivindican como territorio limpio y seguro para los juegos de sus hijos, sufridos vecinos de un barrio especialmente lúdico donde juegan todos menos los niños. Todos los fines de semana, por ejemplo, pandillas de niños grandes juegan a emborracharse como adultos en torno a la estatua de Daoiz y Velarde, mártires de la independencia que resistieron tenaz y valerosamente al invasor francés pero que llevan las de perder desde hace muchos años con las hordas vandálicas que puntualmente se les suben a la chepa y tratan de hacerles partícipes de sus bacanales poniendo en sus brazos botellas y vasos de plástico.Álvaro Belmonte, uno de los padres más activos, se ha convertido en un profesional del agit-prop, agitación y propaganda, un maestro en la redacción de consignas y en la confección de pancartas.

Cuarenta pancartas reivindicativas colgaron los padres en lucha el último 2 de mayo en la plaza para llamar la atención de las autoridades municipales, que con motivo de tan patrióticos fastos suelen asomarse, aunque sea de tapadillo, por este barrio de sus pecados y desmanes. Cuarenta consignas, pacíficas e incluso políticamente correctas pero reivindicativas, frases como "Perros, sí; cacas, no", "El algodón no engaña", "Máscaras de gas o urinarios Ya", "¿La manguera dónde está?, ¿La plaza va bien" y alguna más pragmática y prosaica: "Fines de semana, limpieza a primera hora".

El pasado domingo, a la una de la tarde, la plaza relucía y se reflejaba en sus límpidos charcos, la lluvia pero también los servicios de limpieza habían tenido algo que ver en ello, una de las peticiones paternas parecía haber sido atendida, incluso había un niño, un niño de verdad en la zona de juegos infantiles, si bien algo perplejo ante un marco de madera cuyo uso lúdico se le escapaba.

No podía ser una portería de fútbol porque a su alrededor no hay espacio para chutar la pelota y pese a su aire siniestro tampoco podía ser la armazón de un patíbulo puesto allí para disuadir a los niños rebeldes.

Es un soporte de columpios sin columpios, para que los niños no corran riesgos innecesarios, sobre todo en caso de aglomeraciones, porque las reducidas dimensiones de este campo de refugiados no admiten a más de media docena de niños, sobre todo si son movedizos y nerviosos.

La oferta se completa con un balancín protegido en ambos extremos de los previsibles charcos por dos llantas de neumático entrerradas de novedoso diseño, un tobogán rústico, un cochecillo uniplaza con muelles y un misterioso artefacto metálico y oscuro que tras una detenida observación se revela como lo que queda de una papelera arrancada de cuajo.

¿Dónde están los demás niños del barrio? En Valle Suchil, como rezaba una pancarta infantil de las cuarenta que le cantaron el 2 de mayo al alcalde Manzano y a María Antonia Suárez, concejal de Centro. Valle Suchil es una plaza privilegiada que queda entre Alberto Aguilera y Arapiles, fuera de las fronteras de Malasaña, en un barrio más elegante y mimado por los ediles.

Los niños del 2 de Mayo se acomplejan cuando comparan este concurrido parque de recreo con su corralillo particular, se sienten discriminados y empiezan a cultivar en sus inocentes corazones ese fermento de insumisión tan característico en la historia de su barrio humilde y humillado.

Ese fermento ha hecho presa en sus progenitores desde que residen allí. Es el impulso que les lleva a incluir entre sus próximos pasos la declaración de María Antonia y José María como personas non gratas por haber incumplido sus promesas. La palabra de la concejala va a misa, afirmó rotundamente su secretario cuando ella se negó a poner por escrito sus concesiones. Tan piadosa actitud no ha obrado el pequeño milagro que los padres del 2 de Mayo solicitaban con sus rogativas y los agitadores preparan nuevas acciones, como un envío masivo de excrementos caninos, perfectamente empaquetados para regalo, al excelentísimo señor alcalde de la Villa.

Otra iniciativa apestosa y más positiva de los vigilantes de la plaza consiste en la creación de banderas azules como las de las playas para los parques más limpios. "Aquí de momento pondremos una negra", dice Belmonte.

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