Rojo dice que el plan de Conde "era la cuenta de la lechera" y sólo se apoyaba en su "connivencia"
El gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, declaró ayer como testigo, a solicitud de la defensa de Mario Conde, que el plan de Banesto para salvar al banco de su caída no era aceptable en diciembre de 1993 y que había dejado a la institución al borde de la caída. "En realidad, nosotros no pensábamos en salvar Banesto, sino en controlar una crisis que habría supuesto el hundimiento en el sistema financiero español", dijo. El plan de Conde, que el banco emisor rechazó, fue, según Rojo, como "la cuenta de la lechera". Sólo contaba con nuestra "connivencia" para salir adelante.
El gobernador lucía un traje azul agrisado, camisa celeste y corbata azul a juego. Al contestar las preguntas de Juan Sánchez-Calero, abogado de Conde, apoyó varias veces su rostro sobre su dedo índice, orientando el cuerpo a su derecha, para mirar al letrado. Detrás suyo, Mario Conde rió y gesticuló en repetidas ocasiones junto a su amigo Enrique Lasarte, sentado en el moderno banquillo a su lado. El ex presidente de Banesto estaba feliz, encantado de estar allí, asistiendo a un día histórico.La primera parte de la mañana, cuando declaró Antonio Tejerina, socio de la antigua Price Waterhouse (ver despiece), el ex banquero había estado bastante nervioso. Repitió, detrás de Tejerina, una costumbre suya: insultar a los testigos, lo que puso en práctica con ocasión de la declaración de Alfredo Sáez y de Juan Carlos Rodríguez Cantanero, ambos de Banesto. Los insultos fueron tan repetidos en aquella oportunidad que Rodríguez Cantanero señaló al tribunal que no podía escuchar las preguntas que se le formulaban por los murmullos que había detrás de él. Ayer, con Tejerina, ocurrió lo mismo. Alguien debería atreverse a denunciarle.
Rojo, a preguntas de un letrado que intenta mantener una línea de honestidad profesional salpicada con mohínes socarrones -tal vez un gesto de adaptación a su cliente-, explicó lo que, más o menos, ya es historia. Según narró, en 1993, tras los hallazgos de la inspección del Banco de España, las negociaciones con la alta dirección de Banesto, él con Conde, y sus subordinados Miguel Martín y José Pérez con Enrique Lasarte, consejero delegado del banco, apuntaron a poner en pie un plan de saneamiento para resolver la crisis. En septiembre, Rojo tuvo ya cifras concretas de la catástrofe, a la que caracterizó como "una quiebra técnica". En adelante todo iría a peor. Y estas cifras estaban referidas a 30 de junio de 1993.
"Los gestores de Banesto propusieron primero un plan que reconocía saneamientos por 372.000 millones de pesetas y, más tarde, cuando rechazamos una pieza de ese plan, la revalorización de inmuebles, redujeron esas necesidades a 265.000 millones", dijo. Pero, según enfatizó, esta cifra estaba muy lejos de la cifra que ya barajaba el Banco de España, de 503.000 millones. "Lo que se necesitaba era una enorme inyección de capital, y ello, después de la ampliación de casi 100.000 millones de agosto de 1993". El letrado, ante tanta insistencia en el capital, le preguntó si lo único que valía era el capital. Rojo confirmó que, en efecto, ése era el problema central.
Retirada de confianza
En la sesión de tarde añadió que "lo importante era sacar al banco de la quiebra técnica en la que había entrado como consecuencia de la mala gestión" y que esa tarea era imposible que la llevaran a cabo los causantes de esa situación, es decir, Conde y su equipo. Por eso, el Banco de España puso manos a la obra en la búsqueda de quienes pudieran inyectar capital a Banesto y tomar las riendas, informa Juan Manuel Zafra. Rojo explicó que el banco JP Morgan, que apoyaba formalmente a Banesto, aclaró, el 22 de diciembre de 1993, que no ponía un dólar más en Banesto. "Un aspecto que no se subraya lo suficiente es que era Conde y los gestores del banco quienes tenían prisa en diciembre de 1993. A nosotros nos preocupaba, lógicamente, la terrible situación planteada, pero ellos querían resolverla contando únicamente con la connivencia del Banco de España. Era todo lo que tenían [...]. Había muchos rumores. Necesitaban nuestro compromiso para que los mercados les creyeran. Pero eso no fue posible. El plan de Conde estaba lleno de excepciones a las reglas contables y normativas, además de solicitar un crédito fiscal y tocar las reservas de la entidad". "Era el cuento de la lechera", subrayó.
Según este relato, el ritmo de la crisis lo fijó, por un lado, la situación dramática de la morosidad de Banesto, de la que el mercado se fue dando cuenta, y por la otra, la necesidad de Conde de superar la situación. Pero, cerrado el camino de JPMorgan, la única alternativa era el apoyo a ciegas del Banco de España. "El consejo ejecutivo ya no confiaba en Conde, le había perdido la confianza como gestor", explicó.El testigo fue deshaciendo algunas de las clásicas intoxicaciones del equipo de Conde. Por ejemplo, que Miguel Martín, el subgobernador, fuera el "comisario político" de la presunta conspiración del 28 de diciembre de 1993. La pregunta no fue formulada así de directa, pero en cierto momento, Sánchez-Calero indagó si alguien más había acudido con Rojo y Pedro Solbes, entonces ministro de Economía y Hacienda, a La Moncloa el 24 de diciembre de 1993 para informar al entonces presidente, Felipe González. Conde siempre ha asegurado a través de su prensa adicta que Miguel Martín acudió a entrevistarse a La Moncloa con González. Rojo contestó, extrañado, que él solo había ido con Solbes.
El abogado de Conde también sembró dudas acerca de la precisión de los cálculos realizados para fijar el agujero de Banesto y el beneficio que de ello han podido obtener sus actuales propietarios. Rojo aclaró que los accionistas del banco "fueron muy bien tratados" por sus nuevos gestores y señaló que el dinero dedicado al saneamiento de Banesto habría generado en cuatro años una ganancia de unos 180.000 millones invertido en el interbancario, mientras que en ese periodo Banesto ha reportado beneficios de 60.000 millones. "Es un cálculo imaginario, pero ahí está", dijo.
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