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La población de águilas reales se estabiliza en 12 parejas en la sierra

Los cazadores y los tendidos son sus principales enemigos

La población de águila real se mantiene estable en la región: una docena de parejas de estas joyas aladas sobreviven en las cumbres de la sierra madrileña desde hace 14 años. Hace 10 años apenas se podían contar ocho parejas de águilas reales en Madrid. Sus mayores enemigos son los tendidos eléctricos, los venenos para matar alimañas y los cazadores desalmados. La asociación Ecologistas en Acción sostiene que la población podría aumentar si se tomaran medidas contra estas tres amenazas.

El águila real tiene un envergadura de dos metros de ala a ala y un peso de unos siete kilos. Es un ave que caza de todo, desde pequeños ratones de campo hasta las crías de corzo o cabra montés. En Madrid habita en los lugares más solitarios de la sierra. Monta sus nidos en los recovecos de las grandes peñas. Allí se siente segura. Su territorio de caza es muy extenso y en ocasiones ocupa todo un macizo montañoso.El peor enemigo del águila ya no son las fauces del zorro ni las del lobo, sino más bien la urbanización agresiva e irrespetuosa del medio ambiente. Los tendidos eléctricos suponen un grave peligro para estas aves por un doble motivo: colisión y electrocución. En las colisiones, las aves se rompen las alas y quedan inútiles para sobrevivir. Son presas fáciles de otros depredadores. La muerte por electrocución en los cables de los tendidos eléctricos castiga sobre todo a las águilas más jóvenes. "Los más peligrosos son los tendidos eléctricos de media tensión porque el ave hace doble contacto. Toca el cable y la torre, lo que provoca el calambre. En las de alta tensión sólo tocan el cable", explicó ayer Santiago Martín Barajas, representante de Ecologistas en Acción. El veneno en las fincas de caza provoca un efecto dominó que acaba con muchas águilas. Los guardas o los propietarios de cotos ponen en el monte animales muertos untados con veneno para matar el zorro y otras alimañas que se comen especies cinegéticas como las perdices y los conejos. "El águila real es también un ave que come carroña y acude a estas trampas. Allí encuentra su muerte", señala Martín Barajas, quien asegura que la población de águila real no crece porque ha perdido gran parte de su hábitat en la sierra madrileña. "El águila real es muy huidiza. La presencia humana la asusta y en los municipios de la sierra los ladrillos le están comiendo el terreno, y las urbanizaciones y las pistas de esquí aniquilan sus cazaderos y espantan a sus posibles presas", explica Martín Barajas.

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