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Los desastres naturales han causado en 1998 50.000 muertos y 12,4 billones en pérdidas

Las inundaciones protagonizan el peor año en décadas, con 700 catástrofes en todo el mundo

Amaya Iríbar

Agua en forma de lluvias torrenciales, inundaciones y lodos mortales. Las grandes catástrofes del año tienen su firma. Una firma que, sumada a la de huracanes, terremotos y otros desastres, ha jalonado 1998 con 50.000 cadáveres y pérdidas valoradas en 90.000 millones de dólares (12,4 billones de pesetas, un tercio del presupuesto de España para 1999), según la aseguradora alemana Munich Re. La amenaza de estos números, los peores en décadas, sigue viva para los ecologistas, que aseguran que el futuro traerá más muertos y agravará la incapacidad para hacer frente a los daños provocados por desastres.

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El agua ha arrasado en 1998 amplias regiones del planeta en forma de ríos desbordados en el verano en China y Bangladesh; de lluvias torrenciales convertidas en lodos mortales en el otoño en Centroamérica; de tormenta de hielo a principios de año en EEUU y Canadá; de nieve por las mismas fechas en Europa.El agua, favorecida por el fenómeno climático de La Niña -enfriamiento de las corrientes del Océano Pacífico- , que sigue a su hermano El Niño, periódico y mortal, ha tenido consecuencias dispares sobre la población y las economías de los países afectados. Las naciones desarrolladas -Europa, EEUU y Canadá- han sufrido menos sus ataques: allí no llegan a tres centenares los muertos, frente a los casi 20.000, entre cadáveres (más de 9.500) y desaparecidos (otros 9.000), que sólo en Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador quedaron sepultados por los lodos que el huracán Mitch dejó a su paso en noviembre, según los últimos datos de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU.

El Mitch es la cara de las catástrofes de 1998. Un huracán de fuerza 5 -vientos de más de 250 kilómetros hora- que en unos días devastó Centroamérica y cuyas heridas, según los expertos, tardarán décadas en cicatrizar. Pero 4.000 personas más cayeron en la peor inundación del siglo en China, la provocada por la crecida del río Yangtze en agosto, que dejó sin hogar a casi 300 millones de personas y arrasó 25 millones de hectáreas de cultivos.

Estas cifras forman parte del mapa del desastre que la compañía Munich Re, una de las más importantes del sector de reaseguros -cubren las catástrofes entre varias compañías porque el más pequeño desastre podría llevar a la quiebra a cualquier aseguradora-, elabora periódicamente. Sus datos dejan sin color las cifras de 1997. Sobre todo en relación al número de víctimas mortales. Ese año la naturaleza segó 13.000 vidas, frente a las 50.000 personas que han muerto en 1998 en alguna de las 700 catástrofes registradas.

Pero no sólo los muertos han aumentado. También las pérdidas económicas. Sólo el desastre más sangrante, el del Yangtze, que ha costado 30.000 millones de dólares (más de 4 billones de pesetas), iguala el coste de todas las catástrofes de 1997. Y según la organización ecologista Worldwatch Institute, si el ritmo del desastre sigue su curso habrá regiones enteras del planeta -EEUU entre ellas- que no podrán ser cubiertas en el futuro con seguro alguno. Las reaseguradoras han desembolsado este año 15.000 millones de dólares (más de 2 billones de pesetas) de los 89.000 (12,4) en que han sido valoradas las pérdidas totales. En 1980 los desastres naturales sólo supusieron 213.000 millones de pesetas de pérdidas. En 1997 ya alcanzaron 4 billones de pesetas.

Estas no son, sin embargo, las únicas consecuencias de la catástrofe. Unicef ha medido lo que estos desastres han supuesto para la educación: decenas de miles de escuelas "desde China hasta Somalia y pasando por Centroamérica" han resultado destruidas. China, con casi 50.000 colegios desaparecidos bajo las aguas, se vuelve a poner a la cabeza de esta lista negra, por delante de Bangladesh (14.000).

Organismos internacionales y ecologistas coinciden en que 1998 ha sido "un año negro", pero no en cuál ha sido la causa. La Niña, explica Ángel Rivera, jefe de predicción del Instituto Nacional de Meteorología, incrementa el riesgo de ciclones en el Caribe, pero su última visita ha sido "moderada". Habrá que mirar más a la situación de cada país que al cielo para adivinar la razón de por qué este año ha sido el peor en décadas

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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