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Operación cuarteles vacíos

En cuatro horas, las tropas de Sadam desalojaron las unidades militares antes de que empezasen a caer las bombas

ENVIADO ESPECIALSadam Husein salvó su Ejército al ordenar vaciar todo los cuarteles horas antes de que se produjera el ataque angloestadounidense. La operación, que constituyó según los expertos una prueba de ingenio militar, se hizo extensiva a los funcionarios de las diferentes administraciones, que se fueron a casa con los ordenadores y los archivos debajo del brazo, para protegerlos así de los bombardeos.

El mando supremo del Ejército iraquí, ordenó el día 16 de diciembre dispersar todas las unidades militares, dejando los cuarteles vacíos. La operación se puso en marcha a la misma hora en que los inspectores de la Unscom (observadores militares de Naciones Unidas para controlar el desarme del régimen de Bagdad) iniciaban su salida de Irak, alertando de esta manera al país de un inminente ataque norteamericano.

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La orden de dispersión se realizó en poco menos de cuatro horas, lo que prueba que el plan había sido minuciosamente preparado y planificado por las autoridades, según aseguran observadores diplomáticos de Bagdad, quienes recalcan que "la operación de los militares iraquíes finalizó antes que el personal humanitario de la ONU se hubiera puesto a salvo en Amán", a cerca de mil kilómetros por carretera.

Una parte importante de estas tropas fueron distribuidas en pequeñas patrullas a lo largo de las fronteras del país, pero la mayor parte de los soldados fueron enviados a sus casas, a sus ciudades, con la orden de diluirse en medio de una población de cerca de 22 millones de habitantes, lo que aseguraba su total invulnerabilidad.

Las reducidas guarniciones, que quedaron vigilantes en el interior de los establecimientos militares o locales estratégicos habían recibido, al parecer órdenes de abandonar sus puestos y buscar refugio en los edificios civiles, tan pronto como se iniciaran los bombardeos. Sólo así se entiende la imagen de soldados saliendo a toda prisa de los edificios públicos al escuchar las sirenas que alertaban a la población del inicio de los bombardeos. La orden de dispersión afectó también al armamento, que fue distribuido estratégicamente, evitando cualquier concentración que facilitara su destrucción.

El material militar de las milicias del partido Baas se encuentra asimismo protegido y oculto en un lugar secreto, según han asegurado miembros destacados de la organización.

La estratagema militar salvó literalmente al Ejército iraquí, que sólo tuvo 62 bajas y 180 heridos, según anunció el viceprimer ministro Tarek Aziz, en una conferencia de prensa celebrada la pasada semana. En esta misma conferencia añadió que "habría sido imposible proteger las instalaciones militares", por lo que gran número de éstas fueron destruidas, pero "serán edificadas de nuevo como lo fueron en 1991".

La dispersión del Ejército fue acompañada de la división del país en cuatro zonas militares en un intento también de desconcentrar el poder y asegurarse en cada una de las regiones el cumplimiento de las órdenes y de los objetivos del régimen, aún en el caso que éstas quedaran incomunicadas con respecto al mando central ostentado por Sadam Husein. El presidente de la República colocó al mando de estas cuatro zonas a hombres de su máxima confianza, todos ellos miembros del Consejo del Mando de la Revolución, que es la institución más importante del país y que preside el propio Sadam Husein.

El control de la zona norte de Irak está sometido desde entonces al mando del general Izzat Ibrahim, el consuegro de Sadam Husein que hace poco menos de un mes salvó milagrosamente la vida en un atentado perpetrado a las puertas de la mezquita shií de Kerbala, 150 kilómetros al sur de Bagdad, donde unos desconocidos le lanzaron dos bombas de mano.

La zona intermedia del país está bajo el mando del general Ali Hasan al Majdi, uno de los militares más incondicionales de Sadam, miembro también del Consejo del Mando de la Revolución. La zona sur esta controlada por el ex primer ministro Mohamed Hamza Zubaidi, quien tiene la dificil misión de controlar además las comunidades shiíes, especialmente críticas con el régimen de Bagdad. Sadam Husein escogió para controlar el centro del país al propio ministro de Defensa, Hachem Sultán Ahmed, un personaje de segundo rango en la vida política del país, ya que el mando real de las tropas es una atribución personal del presidente. Sultán Ahmed, miembro a su vez del Mando Supremo de la Revolución, es un hombre de tendencias moderadas y considerado como un aperturista.

La operación militar se hizo extensiva a la Administración, donde los funcionarios habían recibido la orden de desmantelar las oficinas, llevándose a sus casas todo el material de trabajo posible, incluidos equipos informáticos o archivos. El camuflaje fue inmediato y perfecto, incluso para algunos observadores recordaba la táctica utilizada en los años setenta por los guerrilleros del Vietcong. El martes 21 de diciembre, cuando ya se había confirmado el cese de los ataques, los funcionarios regresaron a los ministerios, reponiendo el material y reiniciando de esta manera sus trabajos, como si nada hubiera sucedido.

El encargado de negocios de la Embajada francesa -embajador en funciones- en Irak fue testigo de excepción de la operación regreso: cuando el martes acudió al Ministerio de Asuntos Exteriores, en Bagdad, se encontró a los funcionarios incorporándose a sus puestos de trabajo, "con los ordenadores debajo del brazo", según explicó.

La retirada estratégica del Ejército iraquí ha causado la admiración de los agregados militares o de seguridad de las embajadas occidentales en Bagdad, quienes han acabado reconociendo que "por una vez, Sadam Husein ha dado prueba de ingenio militar".

Pero difícilmente este ingenio le permitirá al presidente de Irak poner a salvo sus tropas de una operación de "desestabilización" que al parecer se ha puesto en marcha desde Estados Unidos y con la que se intenta crear las condiciones que provoquen la caída de Sadam Husein.

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